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FRANCE PRESS-WASHINGTON Los ministros de Economía y los gobernadores de los bancos centrales del Grupo de los Siete países más industrializados (G-7) estimaron ayer que «los cimientos para una expansión económica global siguen siendo sólidos», a pesar de la reciente desaceleración. El grupo de Finanzas del G-7 señaló que hace falta estar «atentos y mostrar anticipación» para poner en práctica «políticas que favorezcan un importante crecimiento de la productividad, así como la buena gestión macroeconómica, las reformas estructurales y la cooperación económica internacional».

El comunicado final de la reunión no menciona los tipos de interés europeos, a pesar de que en los últimos días se han multiplicado las declaraciones, estadounidenses en su mayoría, en las que se pide al Banco Central Europeo (BCE) que flexibilice su política monetaria. El texto aborda, en cambio, el asunto de la paridad cambiaria, pero según una fórmula casi ritual. «Hemos reiterado nuestra opinión de que la paridad cambiaria entre las divisas más importantes debe reflejar los fundamentos de la economía».

«Vamos a seguir atentamente la evolución futura y cooperaremos con los mercados cambiarios si es necesario», añade el comunicado. La reunión, que duró casi cinco horas y se realizó al margen de las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), permitió constatar que el decrecimiento económico afecta a las principales economías del planeta. El comunicado final de la cita subraya que: «El crecimiento sufrió una importante desaceleración en Estados Unidos», pero «los cimientos para la expansión económica a largo plazo (...) están firmes». Además, recuerda que «dentro de la zona euro, las perspectivas de crecimiento se estabilizaron de forma positiva» y que, en Japón, «la política monetaria debe seguir suministrando liquidez hasta que los precios al consumo vuelvan a cero o por encima de cero».

El encuentro del G-7 (los 'Siete Grandes') fue en Blair House, un edificio de ladrillos situado frente a la Casa Blanca, que acoge tradicionalmente sus debates. Los alrededores del edificio fueron vigilados por un importante número de policías, incluida la Policía Montada, pero los opositores a la globalización que el año pasado perturbaron el desarrollo de las reuniones no se presentaron.