Con su victoria en las municipales de Roma, Nápoles y Turín, la
coalición de centroizquierda El Olivo limita los considerables
daños sufridos en las recientes elecciones generales, en vísperas
de la investidura como primer ministro italiano del conservador
Silvio Berlusconi. Al final no se produjo el anunciado «efecto
dominó» y el asalto de Berlusconi a los últimos reductos de poder
de sus rivales progresistas se quedó a medio camino, junto con sus
aspiraciones de barrerlos del mapa político.
El reto de la segunda vuelta de los comicios municipales
parciales estaba revestido de gran importancia, a la que se añadía
el descaro del magnate de la televisión privada de hacerle frente
con tres candidatos de segunda fila, hechos a su imagen y
semejanza. El centroizquierda se lo jugaba todo en la batalla de
Roma con uno de sus «pesos pesados», Walter Veltroni, hasta ayer
secretario general de los ex comunistas Democratas de Izquierda
(DS) y vicepresidente del Gobierno con Romano Prodi. El triunfo de
Veltroni, que tiene mucho de éxito personal, se produjo por una
diferencia de 4'4 puntos (52'2 por 47'8 por ciento) frente al
conservador Antonio Tajani, periodista y ex portavoz de
Berlusconi.
«Ha sido la batalla mas dura de mi vida, pero al final tiene el
sabor de la primera victoria de El Olivo en 1996, y es una revancha
por la derrota en las generales», dijo Veltroni, que ahora ocupará
el sillón, en la famosa colina romana del Capitolio, que en los
últimos siete años fue el del actual líder de su coalición,
Francesco Rutelli. Al igual que a Veltroni también le tocó sudar la
Alcaldía a la candidata progresista en Nápoles, la ex ministra
democristiana del Interior Rosa Russo Jervolino, que se impuso por
un margen un poco más amplio al desconocido Antonio Martusciello
(52'9 por 47'1).
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