En una frenética carrera contra reloj, la diplomacia de los países
árabes, Estados Unidos y la Unión Europea (EU) trata de detener la
ola de tensión creada en Oriente Medio tras el asesinato por parte
de Israel de dirigentes palestinos y las promesas de venganza que
recorren los territorios autónomos. El principal objetivo es
todavía evitar la generalización del conflicto y reconducir la
situación a la senda marcada por el plan de alto el fuego del
director de la CIA, George Tenet, supuestamente aceptado por las
partes el pasado 23 de junio, y las recomendaciones de la Comisión
Mitchell.
Palestinos e israelíes han aceptado el despliegue de una fuerza
de observadores internacionales recomendada en Génova por los
líderes del G-8, aunque la manzana de la discordia es ahora la
composición de este «mecanismo de enlace». El líder palestino,
Yaser Arafat, insistió ayer en Roma donde se reunió con el papa
Juan Pablo II y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, en
que el mecanismo debe ser integrado por expertos de varios
países.
Israel, por su parte, sólo está dispuesto a aceptar observadores
de Estados Unidos, y en particular de la CIA, y ha rechazado un
plan de Francia para que el «mecanismo de enlace» también esté
integrado por responsables europeos. Dentro de la incesante
violencia, un total de cuatro palestinos, entre ellos un niño de 12
años y un adolescente de 16 años, resultaron heridos por balas hoy
en la franja de Gaza, en dos incidentes separados, según indicaron
ayer fuentes médicas.
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