Los sindicatos italianos convocaron ayer una huelga general para el
próximo 16 de abril contra la reforma laboral del Gobierno de
Silvio Berlusconi, que se mostró inflexible y les devolvió el reto
con un anuncio de «resistencia a ultranza». «Resistiremos a las
movilizaciones y a los disparos de las Brigadas Rojas», manifestó
Berlusconi en una comparecencia llena de críticas y comentarios
jocosos contra las centrales sindicales y la oposición de
centroizquierda. Dispuesto a dar una muestra de gran firmeza, el
primer ministro tuvo duros reproches para los que «tergiversan» al
líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, para los que «hablan de
régimen fascista» y para los «manifestantes pagados y engañados con
mentiras».
Pese al clima de crispación que se vive en el país tras el
asesinato del asesor laboral Mario Biagi, Berlusconi optó por
contestar a la huelga general con un tono alto de confrontación
dialéctica que diluye su ofrecimiento a «reanudar el diálogo». En
la misma onda, desde la oposición se oyeron juicios y respuestas de
similar calibre: «ha perdido la cabeza», «quiere dividir
definitivamente al país», «es una escalada de arrogancia». Los
sindicatos expresaron todas sus dudas sobre una normalización de
las relaciones, después de que el alud de críticas no se viera
acompañado por un «desmentido» de las acusaciones a la principal
central, la ex comunista Cgil, de connivencias con el
terrorismo.
Silvio Berlusconi profundizó en la brecha que le separa de los
agentes sociales al descalificar la huelga general de ocho horas
convocada ayer por la propia Cgil, la democristiana Csil y la
socialista Uil, que reúnen a más de 10 millones de afiliados. En
tono jocoso, el jefe del Ejecutivo afirmó que a la huelga general
«la deberemos llamar de otro modo, porque no participarán todos y
cada uno de los 21 millones de trabajadores italianos». El paro de
ocho horas será el primero desde el que se convocó hace veinte años
para protestar por la eliminación de la denominada escala móvil de
categorías.
Para profundizar más en el desencuentro, Silvio Berlusconi
también trató ayer de «redimensionar» la manifestación organizada
por la Cgil el pasado sábado, que reunió a unos dos millones de
personas, al señalar que «sólo eran 700.000», la cifra dada por la
Policía, frente a los tres millones que calcularon los convocantes.
«Parte de estos manifestantes creían que corría peligro su puesto
de trabajo, lo que sólo es fruto de mentiras y falsedades», dijo
antes de subrayar que «a muchos les pagaron la excursión».
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