Los presidentes George W. Bush y Vladímir Putin proclamaron ayer el
inicio de «una nueva era» en las relaciones entre Estados Unidos y
Rusia y el fin de la Guerra Fría con la firma del tratado de
reducción de armas nucleares, a pesar de que persisten fuertes
diferencias de fondo. «Hemos puesto final a un largo capítulo de
confrontación y abierto una relación totalmente nueva entre los dos
países», anunció Bush, quien destacó el giro dado por Putin hacia
Occidente tras los atentados del 11 de septiembre y su cooperación
en la guerra contra el terrorismo.
Putin resaltó la firma del acuerdo para el consejo OTAN-Rusia,
en una cumbre que se celebrará el lunes en Roma, y que «ha llegado
gracias al reforzamiento de las relaciones EE UU-Rusia». El tratado
firmado ayer establece la reducción de aproximadamente dos tercios
de los arsenales nucleares ofensivos de ambas potencias, hasta un
abanico de entre 1.700-2.200, la cifra más baja en varias décadas,
para el 31 de diciembre de 2012.
Sin embargo, cada país tiene libertad para determinar la
composición de sus fuerzas atómicas (bombarderos o misiles basados
en tierra o en submarinos), y no existe obligación de destruir las
cabezas nucleares que sean desmanteladas. Además, el tratado, que
ha sido criticado en EE UU por expertos en desarme y seguridad,
abre la puerta a que uno de los países lo abandone con un preaviso
de tres meses. Bush y su Gobierno ya se han retirado de un tratado
de armamentos con Moscú, el ABM que regula las defensas
antimisiles.
Putin, que hubiera preferido un compromiso para desmantelar las
ojivas atómicas, tuvo que reconocer que «es mejor tener un arma
desmantelada que montada, cargada y con el dedo en el gatillo». De
esta forma, EE UU -que tiene mucha más capacidad económica que
Rusia- puede al cabo de diez años aumentar el arsenal nuclear,
mientras que Moscú puede que tenga que reducir el suyo a una cifra
mucho menor del límite acordado.
«Quién sabe lo que pasará dentro de diez años. Quién sabe lo que
harán otros presidentes», señaló Bush acerca del objetivo de
Estados Unidos de conseguir la máxima flexibilidad posible y dejar
abierta la puerta a la posibilidad de un rearme. A pesar de estas
cuestiones, el hecho es que Rusia y Estados Unidos acordaron una
fuerte reducción nuclear. «Hemos hecho un progreso tremendo en poco
tiempo», recalcó Bush. Los dos presidentes firmaron el tratado en
la Sala de San Andrés, antigua sede del trono imperial ruso y uno
de los salones con más magnificencia del Kremlin.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.