La pesadilla que vivían desde el pasado miércoles por la noche más
de 700 personas en un teatro del centro de Moscú terminó finalmente
la madrugada de ayer en una operación de las fuerzas especiales
rusas. Durante la misma al menos 50 secuestradores fueron abatidos,
pero también perdieron la vida en circunstancias todavía no
esclarecidas 90 rehenes, mientras que la mayoría de los 750
liberados han tenido que ser trasladados a distintos hospitales y
algunos se encuentran en estado grave.
Según la versión oficial de los hechos, el comando comenzó a
ejecutar ayer a los rehenes, como prometió, y mató a dos de ellos.
La ejecución provocó el pánico y un grupo intentó huir, a lo que
los secuestradores respondieron con más disparos. Entonces, según
la fuente, las Spetznaz (fuerzas especiales), se decidieron a
actuar para liberar al resto de rehenes, sin que se produjera
ninguna baja.
Todo había comenzado hacia las 5:40 hora local (3:40 hora
española). Minutos después, la célula de crisis en el lugar de los
hechos se apresuró a anunciar la muerte de dos de los rehenes y que
otros dos estaban heridos. Al anuncio siguió una nueva explosión,
esta vez más fuerte, en torno a las 6:30 hora local (4:30 hora
española), seguida de varios disparos. Tan sólo 45 minutos después,
la célula de crisis anunciaba la liberación de los rehenes.
Para poder llevar a cabo la operación, las fuerzas especiales
recurrieron a «medios especiales» para neutralizar a los
secuestradores, según el viceministro ruso de Interior, Vladimir
Vassilyev. Estos «medios especiales» serían gases inmovilizantes
con el fin de evitar que los terroristas activaran las cargas
explosivas que llevaban adosadas a su cuerpo. Precisamente, según
algunas fuentes, habrían sido estos gases los que provocaron la
muerte de la mayoría de los rehenes fallecidos y la hospitalización
de más de 300 personas.
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