Guerra y paz. Mientras el poderoso portaaviones «Ark Royal» levaba
anclas en Portsmouth camino del Golfo, una gran coalición pacifista
juraba en Londres hacer todo lo posible para evitar que corra la
sangre en Irak. Centenares de personas despidieron ayer con emoción
contenida a los 800 marineros e infantes de Marina embarcados en el
«Ark Royal», orgullo de la Armada británica, cuando puso rumbo a
alta mar desde el puerto de Porstmouth (sur de Inglaterra). Este
espectacular portaaviones está encargado de coordinar la mayor
flota que despliega el Reino Unido desde la guerra con Argentina
por las Islas Malvinas (1982), hace más de veinte años.
Al «Ark Royal» lo esperan en el Mediterráneo hasta dieciséis
barcos de guerra con cinco mil marineros y tres mil «marines» a
bordo dispuestos, unos y otros, a intervenir en caso de guerra
contra Irak junto a la impresionante fuerza militar de EE UU.
Precisamente, el secretario estadounidense de Defensa, Donald
Rumsfeld, firmó ayer una orden para el despliegue en la zona del
Golfo Pérsico de 35.000 militares, entre los que figuran marines y
pilotos de aviones de combate y que se sumarán a los 80.000 ya
desplegados, según declaró un responsable del Gobierno del país.
«Vamos a desplegar fuerzas y materiales para estar preparados para
un posible conflicto», declaró este responsable, que prefirió
conservar el anonimato.
Cerca de 7.000 marines recibieron la orden de embarcar en los
navíos situados en Virginia y en Carolina del Norte, en los Estados
Unidos. Mientras, miles de milicianos del partido Baas, en el poder
en Irak, participaron esta semana en maniobras con fuego real en
Bagdad para prepararse para un posible ataque estadounidense, según
informa la prensa iraquí.
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