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EFE-KUWAIT
Urge la llegada inmediata de ayuda humanitaria a la población iraquí. Así lo afirman tanto Naciones Unidas como las agencias humanitarias, que ayer dieron la voz de alarma por la situación de los civiles de Basora, que carecen de agua y luz y no podrán recibir ayuda, como otras localidades iraquíes, hasta que las fuerzas angloamericanas se aseguren el control del sur de Irak. Asediada desde hace cuatro días, Basora, la segunda ciudad más grande de Irak, con 1'5 millones de habitantes, y algunos pueblos aledaños tienen el suministro eléctrico y de agua cortados desde entonces, ya que los sistemas quedaron destruidos por los bombardeos. Sus poblaciones afrontan tremendas limitaciones a la asistencia médica y una progresiva reducción de las reservas de alimentos.

La ONG «Cáritas Irak» alertó en Madrid de la posibilidad de se produzca una «infección masiva» entre la población, que está consumiendo el agua contaminada del río Tigris. La Organización Mundial de la Salud concretó que pueden sufrir diarrea, gastroenteritis, disentería o cólera. Amnistía Internacional ha mostrado su preocupación por la difícil situación que padece Basora, que «pueda reproducirse en otras ciudades y regiones de Irak» según avance la guerra. Pero las agencias humanitarias no pueden actuar porque «la situación en el sur de Irak es todavía muy peligrosa», admitió la portavoz del CICR.

La agencia de la ONU para la infancia, UNICEF, tiene listos tanques de agua para transportarlos hasta la ciudad de Basora. «Sólo esperamos que haya más seguridad para poder ejecutar esa ayuda», dijo la portavoz del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU en Kuwait, Antonia Paradela. El CICR y el PMA están particularmente preocupados por la falta de agua potable, pues el 60 por ciento de los 22 millones de iraquíes han recibido raciones extra de alimentos de sus autoridades, suficientes para cinco o seis semanas (para seis meses, según el régimen de Bagdad). Pese a ello, el PMA ha acumulado reservas de alimentos en los países fronterizos.