Una tormenta de arena hizo modificar los planes del eje aliado y frenó su avance hacia Bagdad.
EFE-DOHA
Una espectacular tormenta del desierto cubrió ayer de polvo y arena
Bagdad y otras poblaciones iraquíes, y forzó a la población a
refugiarse en sus casas. La tormenta de arena, acompañada de
fuertes vientos, comenzó a azotar Bagdad a primeras horas de la
mañana, redujo la visibilidad a cero y sumió la capital iraquí en
una completa oscuridad. Este hecho frenó el avance de las tropas
aliadas. En rueda de prensa, el general Víctor Renuart, de la
Fuerza Aérea de Estados Unidos, manifestó que la tormenta, que se
prevé dure al menos hasta hoy, afecta sobre todo a la actuación de
los helicópteros de combate, pero no tanto a las fuerzas
terrestres, que prosiguen las operaciones según lo previsto.
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