Bush viajará al Ulster, donde permanecerá menos de 24 horas para
abordar con Blair el futuro inmediato de Irak, una vez que los
soldados estadounidenses y británicos ganen la guerra y consigan
hacerse con el control militar y político del país.
Sobre la mesa estará fundamentalmente el asunto de saber cómo y
quién se encargará de reconstruir Irak, que ha suscitado
discrepancias entre los aliados, dado que EEUU reivindica un papel
predominante y el Reino Unido espera ver un mayor implicación de
Naciones Unidas.
Blair tratará de acercar a Bush a posiciones más cercanas a
facilitar la participación de la ONU, en la línea de lo defendido
por el Secretario de Estado de EEUU, Colin Powell. Pero Powell, una
«paloma» en una administración dominada por «halcones» como el
vicepresidente, Dick Cheney, y el secretario de Defensa, Donald
Rumsfeld, se ha quedado solo en abogar por la vía de la ONU y en
asegurar que ya hay un acuerdo al respecto.
También ha tomado claro partido el Congreso de EEUU, que ha
expresado su disposición a no olvidar quién apoyó y quién no apoyó
a Washington y Londres en su apuesta militar para desarmar a
Irak.
El Legislativo estadounidense aprobó la semana pasada excluir a
Alemania, Francia, Rusia y Siria -todos ellos países miembros del
Consejo de Seguridad de la ONU que se han opuesto a la guerra en
Irak- de los contratos para la reconstrucción de Irak.
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