David Kelly tenía un «buen estado de ánimo» poco antes de morir en
aparente suicidio, afirmó ayer su amigo y colega Terence Taylor,
que habló por teléfono con el científico el pasado 14 de julio,
cuatro días antes del hallazgo de su cuerpo.
Taylor, director del Instituto Internacional de Estudios
Estratégicos en Washington, describió a Kelly como un científico
«reconocido internacionalmente», en su declaración como primer
testigo de la investigación sobre la muerte del experto en
armas.
El declarante, que no asistió a la vista celebrada en Londres y
testificó mediante vídeo conferencia desde Australia, dijo que en
los años noventa trabajó con el científico como inspector de
desarme de la ONU en Irak, donde el fallecido hizo una labor
«excelente».
«Su trabajo en Irak fue notablemente brillante. Llevó a cabo un
sistema de inspecciones durante una época muy difícil», subrayó
Taylor, que describió al asesor del Ministerio de Defensa británico
como su «mentor», a quien conocía desde hacía 16 años.
El testigo recalcó que la «excelente labor» de su colega, fuente
de la cadena BBC en una noticia que acusó al Gobierno británico de
exagerar datos para justificar la guerra en Irak, le valió en 1996
la prestigiosa Orden de San Miguel y San Jorge del Reino Unido.
El responsable del Instituto Internacional de Estudios
Estratégicos, que se hospedó en la casa de su amigo «tres o cuatro
semanas» antes de su muerte, explicó que, en su último diálogo con
el científico británico, éste le comentó que tenía planes para
regresar a Irak.
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