Cuando fue saludado por el presidente, Rudolf Schuster, el Papa
Wojtyla presentaba ya un aspecto agotado y le costaba hablar. El
Pontífice escuchó los himnos de los dos Estados sentado, cuando
siempre ha intentado ponerse de pie, y cuando comenzó a hablar le
costaba respirar, teniendo que descansar algunos segundos para
seguir con su discurso, cuya lectura no se entendía. Pero no pudo y
antes de acabar el tercero de los seis párrafos del texto tuvo que
dejarlo, prosiguiendo con la lectura el obispo local. Al llegar al
último párrafo, Juan Pablo II hizo un esfuerzo sobrehumano para
terminar el texto.
La recaída del Papa se produce tras un año en el que su salud se
recuperó de manera sorprendente. Su estado actual recuerda su viaje
de mayo de 2002 a Bulgaria, donde apenas pudo dar dos pasos, se le
vio sufrir, casi se ahogaba al hablar y tuvo que ser ayudado para
leer las homilías y discursos.
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