Las diferencias sobre el reparto de poder en la futura UE marcaron
la cumbre de apertura de la Conferencia Intergubernamental (CIG),
el ámbito donde se negociarán los términos finales de la
Constitución Europea. Mientras Francia y Alemania abogaron por
mantener los términos esenciales del borrador de la Convención,
Polonia y España rechazaron la modificación del sistema de voto
previsto en el mismo.
El primer ministro polaco, Leszek Miller, siguió el mismo guión que
Aznar. Recordó que Niza es fruto de «un compromiso» de todos con
tres años de duración y que ya ha sido «ratificado». «Y de repente
oímos que es una solución errónea», se lamentó.
«Hay que poner las cuestiones importantes encima de la mesa
desde el primer momento», apuntó el presidente del Gobierno, José
María Aznar. En la sesión solemne de apertura de la CIG, celebrada
en el musoliniano Palacio de Congresos de Eur, el jefe del
Ejecutivo defendió que el único «consenso» sobre el funcionamiento
de la UE ampliada es el Tratado de Niza, y que la reforma del
sistema de voto planteada por la Convención es «una aventura» que
conduciría a la «sobre-representación» de los Estados más
poblados.
Enfrente, el presidente francés, Jacques Chirac, lideró la
defensa del borrador de la Convención. «Todo el mundo tiene motivo
de insatisfacción, pero contestar este o este otro aspecto del
compromiso, conduce inevitablemente a abrir la caja de Pandora y a
arriesgarnos al fracaso», advirtió. «Cada uno debe sopesar la
responsabilidad que le incumbe», les advirtió.
Obligado por su posición presidencial, el primer ministro
italiano, Silvio Berlusconi, adoptó un tono de tintes neutrales y
dijo «comprender» el interés de Varsovia y Madrid en conservar
Niza. Sin embargo, recordó a Aznar que los intereses europeos no
son jamás la suma de «intereses particulares».
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