El nuevo presidente, periodista de profesión, se comprometió a
convocar elecciones generales tras una periodo de transición, para
lo que pidió la colaboración de todo el pueblo.
El Congreso boliviano logró salvar la sucesión constitucional al
investir presidente a Mesa y cerró la crisis institucional
originada por la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada, quien huyó
a Estados Unidos tras presentar su renuncia en una carta dirigida
al Congreso.
Pese a la convulsión social que ha sumido en el caos a este país
durante el último mes, en el que se han producido más de setenta
muertos, los legisladores lograron el consenso suficiente para
designar nuevo mandatario a Mesa.
Mesa admitió que «el Estado no puede dar hoy una respuesta
eficiente y efectiva a todas las demandas legítimas del
pueblo».
Por eso solicitó a los grupos que se manifiestan en las calles a
que entiendan que es necesario primero la recomposición de «una
estructura básica de funcionamiento» para poder «analizar todas y
cada una de las respuestas».
Además anunció que promoverá un referéndum sobre el criticado
proyecto de venta de gas a EE UU y México, detonante de la crisis
social.
«Mi gobierno tiene el desafío de responder al tema del gas y no
puede responderse sin la participación del conjunto de los
bolivianos y las bolivianas», precisó el nuevo mandatario ante los
congresistas de su país.
Mesa prometió trabajar en un proyecto para modificar la Ley de
Hidrocarburos y analizar el proceso de privatización parcial de las
empresas estatales más importantes del país, efectuado desde
1995.
En su primer mensaje a la nación tras ser investido, el nuevo
jefe de Estado anunció que durante su gestión aceptará discutir un
camino hacia la concreción de una nueva Constitución Política del
Estado boliviano, a través de la Asamblea Constituyente.
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