«Un soldado estadounidense murió. Siete civiles también
norteamericanos resultaron heridos junto con otros cuatro militares
y cuatro ciudadanos extranjeros», informó un portavoz del Ejército
estadounidense al hacer referencia al saldo del ataque contra el
hotel Al Rachid. Entre los ciudadanos extranjeros heridos figura un
civil británico, según el Foreign Office.
En declaraciones formuladas poco después del ataque, Wolfowitz
subrayó que Estados Unidos iba a «continuar con su misión» y no se
dejaría intimidar por «los criminales que buscan desestabilizar
este país y que abusaron y torturaron a Irak durante 25 años», en
alusión al régimen de Sadam Husein.
El responsable estadounidense improvisó una rueda de prensa en
la que apareció visiblemente emocionado, con la voz alterada y sin
corbata. «Continuaremos nuestro trabajo pese a los actos
desesperados de un régimen moribundo», afirmó, tras estimar que los
norteamericanos en Irak, civiles o militares, son «héroes».
El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, también
condenó el ataque con misiles contra un hotel en Bagdad en el que
se hospedan ciudadanos estadounidenses y afirmó que Washington no
esperaba que los ataques terroristas alcanzasen esta escala después
de haber declarado el final de las grandes operaciones
militares.
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