Precisamente, un miembro del 'thinktank' Panorama, Vladimir
Pribilovsky, indicó a este diario que los mensajes en los que se
pide la participación son algo así como «una forma indirecta de
campaña a favor de Putin». «Los mensajes dicen: 'Vota a Rusia',
pero está claro que que esto significa 'Vota al presidente'»,
añade.
Lo cierto es que Putin aventaja con holgura a sus contrincantes
y el único factor que puede aguarle las elecciones de hoy es que la
abstención sea superior al 50 por ciento, lo que obligaría a los
candidatos a concurrir a una segunda vuelta y arrojaría algunas
dudas sobre el éxito de las reformas emprendidas durante la
legislatura.
Los sondeos conceden a Putin un espectacular apoyo, de cerca del
70 por ciento, mientras que sus cinco rivales apenas superan el 5
por ciento de los votos, por lo que el principal temor en el
Kremlin es que la gente reaccione con apatía a lo que el diario
'The Guardian' describe como una cobertura parcial y una clara
falta de contrincantes.
Por lo pronto, el metro de Moscú está lleno de carteles que
llaman al electorado a «defender la constitución de la Federación
Rusa» mediante el voto. El mismo lema se repite en el reverso de
todos los tiques de metro e incluso fuera de las estaciones se
reparten panfletos en los que se pide a la gente que vote. Los
moscovitas que acudan a las urnas participarán en el sorteo de
entradas para un concierto y en otras ciudades los regalos serán
aún mejores.
La economía rusa se encuentra tras los años de Putin en un buen
momento, a juzgar por las grandes cifras, pero el pueblo no
disfruta de este bienestar. El PIB creció impulsado por la
revalorización del gas y la gasolina, cuyos precios se
incrementaron el 7 por ciento el año pasado. Los consumidores están
utilizando créditos por primera vez, los mercados se encuentran al
alza y hay signos de que esté surgiendo una nueva clase media.
Sin embargo, el espectacular crecimiento anual de la economía,
de hasta el 8 por ciento, no es suficiente para paliar la pobreza
de buena parte de la población que, según los analistas, necesitará
20 años para ponerse al nivel de Portugal, la economía más débil de
la UE.
Alrededor del 10 por ciento de la población no cuenta con
recursos para comprar productos alimentarios básicos y subsiste
gracias al cultivo de sus huertos. Los más afectados por la pobreza
son los jubilados, golpeados por la crisis de 1998 y obligados a
menudo a seguir trabajando para subsistir.
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