Clérigos chiíes se manifestaron ayer pidiendo el cese de las hostilidades.

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El informe, divulgado el sábado en la página de internet de la revista, ha avivado la controversia sobre los abusos y métodos usados contra los prisioneros en Abu Ghraib para sacarles información sobre grupos insurgentes en Irak. Un portavoz del Pentágono, Lawrence Di Rita, dijo anoche que el informe es «descabellado y lleno de conjeturas anónimas», a la vez que insistió en que ni Rumsfeld -que sufre presiones políticas para su renuncia-, ni nadie más en el Pentágono autorizó el programa de interrogatorios.

La operación del Pentágono fue conocida por varios nombres, entre ellos «Copper Green» y alentaba el uso de coerción física y la humillación sexual de prisioneros iraquíes, con el objetivo de arrancarles información sobre la incipiente insurgencia en Irak, señaló «The New Yorker».

Según el portavoz, los abusos documentados en las fotos y vídeos hasta ahora divulgados no tienen ninguna base en «un programa autorizado, manual de capacitación, instrucción u orden alguna del Departamento de Defensa». «Ningún responsable aprobó programa alguno que podría haber tenido la intención de conducir a abusos como los que se ven en las fotos y vídeos recientes».

La revista no culpa a Rumsfeld por los abusos, pero indica que el plan secreto autorizaba diversos métodos coercitivos, inicialmente utilizados en la búsqueda de miembros de Al Qaeda en Afganistán y que, con la venia de Rumsfeld, fueron aplicados en las notorias cárceles de Abu Ghraib.

El artículo señala que Rumsfeld, molesto por algunas trabas de índole legal, autorizó el programa secreto para conseguir un permiso «amplio y por adelantado» para interrogar, capturar o matar a blancos de alto interés. Así se creó, en una zona de seguridad del Pentágono, el denominado «Programa de Acceso Especial» -similar a los usados durante la guerra fría- y que sería el secreto mejor guardado de las autoridades castrenses de EE UU.