El tribunal militar que juzga a tres soldados estadounidenses
implicados en las torturas a presos iraquíes en la cárcel de Abu
Ghraib ha declarado la prisión «escena del crimen» y ordena, en
consecuencia, que no sea destruida durante el proceso judicial,
como pretendía el presidente de Estados Unidos, George W. Bush. El
pasado mes, Bush anunció su deseo de derruir Abu Ghraib «como
símbolo de un nuevo inicio para Irak».
Tres soldados estadounidenses comparecieron ayer ante un
tribunal militar norteamericano, acusados de torturar a presos
iraquíes en la tristemente famosa cárcel de Bagdad. Los
comparecientes son tres de los siete encausados por el escándalo de
las torturas en ese presidio, y su juicio se celebra en una sala
especial dentro de la llamada zona verde, sede de la coalición y
uno de los lugares más protegidos de Bagdad.
Los tres acusados son los sargentos Javal Davis, de 26 años, e
Iván Frederick, de 37, y el cabo Charles Graner, de 35. Graner, que
se enfrenta a una pena de 24 años de cárcel, está acusado de saltar
sobre varios prisioneros mientras estaban tirados en el suelo,
además de golpear a algunos presos en las manos y en los pies, y de
noquear a otro de un golpe en la sien. El sargento Frederick, cuya
condena podría llegar hasta los 16 años de prisión, está acusado de
obligar a masturbarse a varios presos, formar pirámides humanas con
otros detenidos desnudos, y amenazar con electrocutar a otro.
Por último, el cabo Davis está acusado de diversos maltratos de
prisioneros, incluidas palizas, y de incitar a varios de sus
compañeros para que abusaran de los convictos. La condena de este
soldado podría llegar hasta los ocho años y medio de cárcel y, como
los otros dos acusados, de encontrársele culpable también sufriría
la degradación en su rango, la suspensión de empleo, y la expulsión
con deshonor del Ejército.
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