Según portavoces militares estadounidenses, los ataques sobre
Ramadi y Faluya tuvieron la noche del jueves como objetivo
edificios donde se escondían terroristas árabes llegados del
extranjero, en tanto que el atentado de ayer volvió a ensangrentar
un nuevo viernes santo islámico en esta capital.
El Ejército de EE UU afirmó en un comunicado que su aviación había
realizado un «ataque de precisión y destruido un conocido refugio
de terroristas del grupo de Abu Musab al Zarqaui», en referencia a
los ataques de Ramadi y Faluya.
Los bombardeos sobre esas dos ciudades del triángulo suní
-escenario de la mayor parte de los ataques de los insurgentes de
esa comunidad- parecen forma parte de la campaña desplegada por las
fuerzas norteamericanas para desactivar los grupos
internacionalistas musulmanes implantados en el país.
Tanto Faluya como Ramadi figuran entre los principales feudos de
los insurrectos suníes y podrían albergar al considerado jefe de
las operaciones armadas de Al Qaeda en Irak, el terrorista jordano
Abu Musaba Al Zarqaui, y a buen número de sus acólitos
foráneos.
Y en un esfuerzo por aparentar un control absoluto del Gobierno
provisional iraquí sobre la escena política, los militares
estadounidenses precisaron por primera vez que los bombardeos se
realizaron «con la autorización del primer ministro (Iyad)
Alaui».
Horas después, al menos trece personas murieron y más da una
veintena resultaron heridas por un ataque suicida registrado a
media mañana en pleno centro de Bagdad.
El atentado se produjo por medio de un coche bomba manejado por
un conductor que se inmoló en la explosión, que se produjo a la
altura de la plaza Al Rasafi, en las cercanías de un mercado
popular muy frecuentado a esa hora por el carácter festivo de la
jornada.
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