El número de enfrentamientos en Irak se va repitiendo a diario.

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El Gobierno iraquí y sus aliados de EEUU están decididos a acabar con los reductos rebeldes, ya sean suníes o chiíes, como dejaron claro las pasadas horas en sus ataques contra Samarra y el barrio de Ciudad Sadr de Bagdad.

La pasada madrugada, las tropas de EEUU eligieron dos lugares altamente simbólicos: el primero, Samarra (cien kilómetros al norte de Bagdad), feudo de la resistencia suní, donde mataron a 109 insurgentes, y el segundo, Ciudad Sadr, reducto chií de los partidarios del clérigo radical Múqtada al Sadr, donde cayeron 9 milicianos.

El Ejército estadounidense explicó en un comunicado que «el acceso irrestricto a esta ciudad (en referencia a Samarra) para las fuerzas de seguridad iraquíes y la fuerza multinacional es innegociable».

La advertencia sobre Samarra bien vale para los otros focos -Faluya, Ramadi, Ciudad Sadr- donde no se obedece la autoridad del gobierno central iraquí ni se permite la presencia de tropas extranjeras.

En Ciudad Sadr, los enfrentamientos de la pasada madrugada dejaron doce muertos, nueve de ellos milicianos del Ejército del Mahdi (la milicia fiel a Múqtada) y tres civiles, que el representante de Múqtada en Ciudad Sadr, Saad al Malki, describió como «inocentes».

Al Malki explicó que las fuerzas estadounidenses bombardearon sus posiciones entre las 12 de la noche y las tres y media de la madrugada. Pese a este ataque, dijo que su movimiento es partidario de negociar el fin de la violencia, «pero el gobierno iraquí y las tropas de EEUU deben dejar el lenguaje de las armas, y si no lo hacen, lucharemos hasta la última gota de nuestra sangre», dijo.