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JOSÉ MANUEL SANZ-BRUSELAS
La firma hoy en Roma de la Constitución europea por los gobernantes de la UE abrirá la vía a un intenso debate en cada uno de los veinticinco estados miembros sobre los 'pros' y los 'contras' de un tratado que marca ya un hito en la construcción de la Europa unida.

En adelante sólo existirá una «Unión» (se acabó definitivamente la «Comunidad Europea»), basada en un solo texto, la Constitución, en lugar de una panoplia de tratados. Sólo el Tratado Euratom para el desarrollo de la energía atómica, firmado en 1957, permanecerá aún en vigor aunque expurgado y adaptado al nuevo marco institucional. Los ecologistas han criticado esta incongruencia.

El «Tratado por el que se instituye una Constitución para Europa», como reza su título, se va a someter, inmediatamente después del solemne acto del Capitolio romano, durante dos años, a la aprobación de los parlamentos nacionales o directamente de la ciudadanía en los países que como España opten por el referéndum.

Si bien resultan claras para casi todos los gobiernos e instituciones las virtudes de esta Constitución, nacida de un proceso democrático inédito que empezó en 2001, el producto final ofrece flancos por los que va a ser atacada en la arena política. Su virtud más unánimemente reconocida es la simplificación y claridad que introduce en el sistema jurídico comunitario.

Pero los jefes de Estado o de Gobierno tendrán un tema 'caliente' sobre la mesa, como es la composición de la nueva Comisión Europea. El presidente designado de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, dijo ayer que sólo hará «cambios puntuales» en su equipo, cuya nueva composición espera presentar en «menos de un mes».

En una entrevista con la emisora «Europe 1», Barroso excluyó una remodelación «extensa» y dijo que será «muy limitada» y, si bien no pudo comprometerse sobre el número de cambios, vaticinó que será «muy inferior a ocho o diez»,

Barroso pidió el miércoles al Parlamento Europeo (PE) retrasar el voto de investidura de su equipo y decidió retirarlo, ante la amenaza de que fuera rechazado por la Cámara.

Las críticas se centraron especialmente en el italiano Rocco Buttiglione, designado para ocupar la cartera de Justicia y quien había hecho comentarios homófobos y sexistas.

Anoche, el ministro italiano de Exteriores, Franco Frattini, confirmó el apoyo del Gobierno de Silvio Berlusconi a Buttiglione como miembro del próximo equipo de Barroso.

Barroso dijo ayer que hasta ahora no ha recibido nada desde Italia al respecto, pero señaló que «no puedo aceptar a un comisario que con seguridad tenga problemas con el Parlamento Europeo», con lo que se prevé un duro enfrentamiento entre el Gobierno italiano y los gobiernos que aceptan la salida de Buttiglione.