Antes de abandonar Ramala hacia Jordania, camino de París, los
dirigentes hicieron saber que querían acudir al hospital de Percy
para conocer de primera mano el estado de Arafat y verle.
Los cuatro dirigentes palestinos decidieron mantener el viaje,
tras unas horas de confusión, después de que la esposa de Arafat
les acusara públicamente de «conspirar» y de querer «enterrar vivo»
a su marido para «heredar su poder».
En un escueto comunicado redactado, como los anteriores, en «el
respeto de la discreción exigida» por la esposa de Arafat, el
servicio médico del Ejército francés indicó a media tarde que el
enfermo está en estado «estacionario» en la unidad de cuidados
intensivos del hospital de Percy, donde ingresó hace once días.
Su situación médica «impone una restricción de visitas», agregó
el médico jefe del Ejército, el general Christian Estripeau.
El anuncio sobre la «restricción de las visitas» fue
interpretado como una advertencia de Suha Arafat a los cuatro
dirigentes palestinos para que no acudieran al hospital para ver al
líder.
Se trata del primer ministro palestino, Ahmed Qurea, el número
dos de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP),
Mahmud Abas, el ministro de Exteriores, Nabil Shaat, y el
presidente del Consejo Legislativo (Parlamento), Rauhi Fatuh.
El objetivo del viaje es «acabar con los rumores y las sospechas
sobre la salud del presidente Arafat», quien «no sólo es propiedad
de su familia sino del pueblo palestino», dijo el ministro de
Negociaciones, Saeb Erekat.
Arafat «es una figura pública y todo el mundo está preocupado
por su salud», recalcó Erekat.
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