La campaña, calificada como la más ambiciosa desde que fuera
derrocado el régimen de Sadam Husein y el país se sumiera en el
caos, arrancó muy de madrugada, con el despliegue de más de 40.000
unidades del nuevo Ejército iraquí por los 16 sectores en los que
ha sido dividida la capital y sus alrededores.
La enésima jornada de violencia segó la vida de más de una
veintena de personas, entre ellas un soldado británico, y causó
heridas a más de cuarenta, sin contar las posibles víctimas entre
rebeldes y militares norteamericanos.
La autoría de la mayoría de los atentados fue reclamada por el
grupo islamista radical suní que supuestamente dirige el activista
jordano Abu Musab al-Zarqaui, considerado el eslabón de la red
terrorista Al-Qaeda en Irak.
En un comunicado colgado del sitio que utiliza habitualmente en
internet, la Organización de Al-Qaeda para la Guerra Santa en
mesopotamia, asegura que los ataques responden a los operativos del
Gobierno y EEFUU contra los insurgentes.
Además, se instalaron 578 nuevos puestos de control, tanto fijos
como móviles, y se sellaron 24 de los accesos a la urbe, en
especial los de la parte oeste, que unen Bagdad con la provincia de
Al-Anbar, corazón de la insurgencia en Irak.
Según responsables de la campaña, diseñada para pacificar una
ciudad en la que cerca de cuatro millones de personas viven con el
alma en vilo desde hace más de dos años y medio, en las primeras
horas de redadas se practicaron más de medio millar de detenciones
y se confiscaron miles de armas, municiones y explosivos.
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