«Perder un poco de tiempo a cambio de ganar el apoyo de nuestros
hermanos suníes sería un logro importante», dijo el primer ministro
iraquí, el chií laico Ibrahim al Yafari, en una conferencia de
prensa en Bagdad.
Los suníes, que pese a ser minoritarios en Irak gobernaban durante
la dictadura de Sadam, boicotearon las elecciones del pasado 30 de
enero, las primeras en cinco décadas en Irak. Varios grupos
políticos suníes han expresado, no obstante, que quieren participar
en el referéndum de octubre sobre el borrador, pero amenazaron con
votar con el «no» si el documento no es enmendado para incluir sus
reivindicaciones.
Aludía a la decisión del Parlamento de postergar su reunión y a
las objeciones de los suníes respecto a varias de las cláusulas del
borrador de la Carta Magna, consensuado por los kurdos y los
chiíes, y presentado el lunes pasado a la cámara. «Creo que los
asuntos contenciosos son pocos y no deben constituir un obstáculo
ante la aprobación de una Constitución histórica», añadió
Yafari.
La objeciones suníes, especialmente en lo que se refiere al
federalismo y el reparto de la riqueza petrolera, llevaron el lunes
al Parlamento a conceder a los líderes políticos un plazo de tres
días, que expiró a medianoche, para llegar a un acuerdo
definitivo.
Pese a todo, el presidente iraquí, Yalal Talabani, que recibió
ayer a representantes de la comunidad suní, se mostró confiado en
la posibilidad de alcanzar un acuerdo sobre el texto.
Por su parte, Saleh al Mutlaq, portavoz de los suníes en la
Comisión que redacta el texto constitucional, alabó los «ingentes
esfuerzos» que realiza Talabani para conducir a las partes a un
acuerdo. Sin embargo, advirtió que los suníes nunca darán su brazo
a torcer en asuntos capitales como los relativos a la unidad y la
soberanía.
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