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La coalición de gobierno entre conservadores y socialdemócratas alemanes fue aprobada ayer por las bases de los partidos, después de que los líderes explicaran que no hay alternativa y apelaran al sentido de la responsabilidad de los militantes. La Unión Cristianodemócrata y la Unión Cristianosocial que forman el bloque conservador (CDU/CSU), así como el Partido Socialdemócrata (SPD) celebraron, casi en paralelo, sendos congresos en los que, en menos de cinco horas, se presentó, debatió y aprobó el programa de gobierno pactado por los líderes.

La primera que aprobó la gran coalición entre ambas formaciones adversarias fue la CDU, que celebró en Berlín un congreso reducido (116 delegados) sólo para votar el acuerdo, que resultó aprobado con tres votos en contra y una abstención. Previamente, la presidenta del partido y presumiblemente futura canciller, Angela Merkel, defendió el acuerdo diciendo que «no es el fin, es el principio», y pidió a los críticos, sobre todo del mundo empresarial, que den al nuevo gobierno «una oportunidad de hacer algo antes de condenarlo». En Karlsruhe, las bases socialdemócratas -reunidas en un congreso donde también elegirán nueva dirección- acabaron dando un respaldo abrumador a un acuerdo de coalición que, en principio, nadie había querido, como reconocieron los líderes del partido saliente y entrante, Franz Müntefering y Matthias Platzeck. Del medio millar de delegados sólo 15 acabaron votando en contra y cinco se abstuvieron.

Pese a las muchas críticas hechas en la calle al programa -por las alzas de impuestos y los compromisos contraídos-, las bases de la CDU, de la CSU y del SPD lo aprobaron con aplastante mayoría; en el caso de la CSU no hubo ni voto en contra, ni abstención alguna.

Tanto el canciller saliente Gerhard Schröder como el presidente saliente del partido habían hecho previamente una defensa de los compromisos alcanzados y asegurado que el acuerdo lleva también un claro sello socialdemócrata.

Müntefering, que será vicecanciller en el gobierno de Angela Merkel y recibió para ello el apoyo casi unánime de los delegados, citó como ejemplo que el partido consiguiese imponerse en el debate sobre el calendario para el abandono de la energía nuclear, pactado por el gobierno Schröder, y que la CDU quería retrasar. Schröder reconoció que la coalición no refleja necesariamente el modelo social que defiende su partido, pero subrayó que ofrece la oportunidad de que Alemania salga del bloqueo, acarreado en los últimos años, por la diferencia de mayorías en las dos cámaras legislativas.