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La canciller alemana, Angela Merkel, defendió ayer su plan de subir a 67 años la edad de jubilación, así como la reforma laboral que liberalizará la ley de protección contra el despido, resultado de la necesidad de adaptar el sistema social a la realidad demográfica y de combatir el alto desempleo.

Merkel defendió asimismo una «moderada reforma laboral», que no deje al trabajador indefenso, pero que abra las puertas a la creación de empleo, en lo que entra la flexibilización de la ley de protección contra el despido, que ampliará el periodo de prueba para las nuevas colocaciones a dos años.

«El mayor problema con que debe luchar nuestro país es el alto paro», dijo Merkel ante el Parlamento, en su primera declaración de gobierno, en que recordó que el número de desempleados crónicos es el más alto que ha conocido nunca la República Federal de Alemania (RFA).

Para generar empleo «se precisa crecimiento», dijo, para añadir que el «crecimiento precisa libertad». El estamento político no puede crear puestos de trabajo, prosiguió, pero sí crear las condiciones que lo posibiliten.

Entre estas «condiciones» enumeró el propósito de su gobierno de reducir los costes laborales -a lo que se dedicará parte del aumento del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), que subirá del 16 al 19 por ciento a partir de 2007-, así como las ayudas estatales a los mini-empleos, para favorecer «empleos pagables» y «sueldos con los que se pueda vivir».

La canciller se refirió asimismo a medidas a favorecer el empleo juvenil, a la necesidad de «evitar todo abuso» del sistema social alemán y hablo de una nueva «justicia en la política social».