Al menos 43 policías iraquíes murieron ayer, y casi un centenar
resultaron heridos, en un atentado suicida perpetrado por dos
hombres que penetraron sobre el mediodía en la Academia de Policía
de Bagdad, a esa hora repleta de oficiales y reclutas, e hicieron
explotar en una de las aulas la carga que llevaban adosada al
cuerpo. Los médicos no descartan que la cifra de muertos -entre los
que hay cinco agentes femeninos- pueda multiplicarse en las
próximas horas debido la extrema gravedad de muchos de los heridos
en el ataque, el más cruento ocurrido en la capital iraquí en los
últimos meses.
Fuentes militares estadounidenses de la Task Force Bagdad
informaron en principio de que los suicidas eran mujeres, pero
posteriormente rectificaron, puntualizando que el primer terrorista
hizo explotar su carga a la puerta de una clase, y que los
estudiantes y los agentes que se hallaban en la comisaría pensaron
que se trataba de un ataque desde el exterior y corrieron a un
búnker para buscar refugio, «lo que aprovechó el segundo terrorista
para hacer explotar allí su chaleco de explosivos».
El atentado es el más grave contra las fuerzas de seguridad
iraquíes desde el perpetrado el pasado 28 de febrero en Hilla,
donde un terrorista suicida a bordo de un coche cargado de
explosivos mató a 125 personas, en su mayoría policías chiíes y
reclutas de la Guardia Nacional.
En otro atentado suicida cometido también ayer en suelo bagdadí,
al menos tres iraquíes murieron y una veintena resultaron heridos.
El kamikaze, un hombre joven, hizo estallar la carga que llevaba
adosada al cuerpo sobre las 18.30 hora española) en una cafetería
del barrio de Al Zafraniya, un área de mayoría chií en el sureste
de Bagdad.
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