El padre de Diar, de cuatro años, transporta el cadáver de su hijo muerto ayer en un tiroteo en Kirkuk.

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Al menos 43 policías iraquíes murieron ayer, y casi un centenar resultaron heridos, en un atentado suicida perpetrado por dos hombres que penetraron sobre el mediodía en la Academia de Policía de Bagdad, a esa hora repleta de oficiales y reclutas, e hicieron explotar en una de las aulas la carga que llevaban adosada al cuerpo. Los médicos no descartan que la cifra de muertos -entre los que hay cinco agentes femeninos- pueda multiplicarse en las próximas horas debido la extrema gravedad de muchos de los heridos en el ataque, el más cruento ocurrido en la capital iraquí en los últimos meses.

Fuentes militares estadounidenses de la Task Force Bagdad informaron en principio de que los suicidas eran mujeres, pero posteriormente rectificaron, puntualizando que el primer terrorista hizo explotar su carga a la puerta de una clase, y que los estudiantes y los agentes que se hallaban en la comisaría pensaron que se trataba de un ataque desde el exterior y corrieron a un búnker para buscar refugio, «lo que aprovechó el segundo terrorista para hacer explotar allí su chaleco de explosivos».

El atentado es el más grave contra las fuerzas de seguridad iraquíes desde el perpetrado el pasado 28 de febrero en Hilla, donde un terrorista suicida a bordo de un coche cargado de explosivos mató a 125 personas, en su mayoría policías chiíes y reclutas de la Guardia Nacional.

En otro atentado suicida cometido también ayer en suelo bagdadí, al menos tres iraquíes murieron y una veintena resultaron heridos. El kamikaze, un hombre joven, hizo estallar la carga que llevaba adosada al cuerpo sobre las 18.30 hora española) en una cafetería del barrio de Al Zafraniya, un área de mayoría chií en el sureste de Bagdad.