El clérigo radical islámico Abu Hamza, cuya extradición ha
solicitado EEUU, fue condenado ayer en Londres a siete años de
cárcel por incitar en sus sermones al asesinato de no musulmanes y
judíos y por otros cargos relacionados con el terrorismo.
«Nadie sabe ahora qué daño pueden haber causado sus palabras. Nadie
puede decir si su audiencia, presente (en los discursos) o más
amplia, actuó según sus palabras», le dijo el juez a Hamza,
flanqueado por varios guardias e impertérrito ante el veredicto.
Hamza, de 47 años y origen egipcio, aunque tiene nacionalidad
británica, estaba acusado de quince delitos por las autoridades del
Reino Unido y se le declaró culpable de once, entre ellos la
incitación al odio racial y la posesión de un manual de
terrorismo.
En una vista celebrada en el tribunal penal de Old Bailey
(centro de Londres), el juez instructor del caso, Anthony Hughes,
afirmó al emitir su sentencia que el imán ayudó a «crear un
ambiente en el que matar era considerado por algunos no sólo como
algo legítimo, sino un deber moral y religioso para conseguir la
justicia».
Sin embargo, subrayó el magistrado, las opiniones del imputado
constituyeron un «verdadero peligro para la vida de gente inocente
en diferentes partes el mundo».
El imán se hizo famoso en el Reino Unido por sus diatribas
contra Occidente predicadas en la mezquita de Finsbury Park, en el
norte de Londres, hasta mayo de 2004, cuando fue detenido por la
brigada antiterrorista de Scotland Yard en su casa del oeste de la
capital.
Entre los feligreses que iban a ese templo destacan Richard
Reid, el «terrorista del zapato», condenado en 2003 en EEUU a tres
cadenas perpetuas por intentar hacer estallar un avión en pleno
vuelo sobre el Atlántico cuando viajaba de París a Miami con 197
personas a bordo. También frecuentó la mezquita Zacarais Moussaoui,
único detenido en Estados Unidos por los atentados del 11 de
septiembre de 2001 contra ese país.
El clérigo Abu Hamza al-Masri es conocido por el garfio que luce
en la mano derecha, que perdió en Afganistán durante la lucha
contra las tropas soviéticas, que también le costó el ojo
izquierdo:
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