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El Gobierno iraquí decretó ayer que hoy, domingo, quedará prohibido el tráfico rodado en todo el área urbana de Bagdad y sus alrededores a fin evitar la comisión de atentados con coches bomba.

Las medidas excepcionales redujeron considerablemente el número de episodios violentos registrados el miércoles y el jueves, pero no impidieron la muerte ayer de una treintena de personas en ataques perpetrados en distintas áreas del país, incluida la capital.

La decisión fue anunciada en una rueda de prensa ofrecida por los ministros de Defensa e Interior, Sadun al Duleimi, y Bayan Yabr, respectivamente, en la que aseguraron que disponen de información sobre la intención de diversos grupos terroristas de cometer atentados con coche bomba en la capital iraquí.

Tampoco se permitirá la entrada y la salida de vehículos de Bagdad, donde la violencia se ha disparado desde el ataque del pasado miércoles contra un santuario venerado por los chiíes en la ciudad de Samarra, al norte de la capital iraquí, añadió el ministro.

Esta medida forma parte de un plan de seguridad aprobado por el Gobierno para frenar la violencia sectaria, según el cual ha sido decretado el toque de queda en las provincias de Bagdad, Babel, Diyala y Salahedín, estas tres últimas al sur, este y norte de la capital, respectivamente.

En esas cuatro provincias viven mezcladas comunidades chiíes y suníes y en los últimos tres días se han registrado numerosos incidentes sectarios contra personas y templos de uno u otro credo. El toque de queda, aplicado desde el viernes, fue levantado ayer entre las 16.00 y las 20.00 horas, y seguirá vigente mañana lunes.

El último atentado ocurrió en el noroeste de Bagdad y costó la vida a tres miembros de una misma familia suní, cuando un proyectil de mortero, que al parecer iba dirigido a una mezquita, se desvió de su trayectoria e impactó contra una vivienda. Además, ayer fueron encontrados en Bagdad 25 cadáveres que presentaban impactos de bala.

Catorce de las víctimas pertenecían a la unidad «Al Maghauir», un cuerpo de élite del Ministerio del Interior encargado en los últimos días de proteger los santuarios y las mezquitas.