Añadió que el uso arbitrario del poder del Estado y las masivas
detenciones por todo el país mostraron despreocupación por los
derechos básicos de libertad de reunión, asociación y expresión, y
plantean dudas respecto a la buena voluntad de las autoridades para
tolerar la competencia política».
Hastings dijo que el presidente bielorruso, Alexander
Lukashenko, quien en estos comicios renovó su mandato por tercera
vez, «por lo visto permitió utilizar el poder del Estado de tal
manera que impidió la celebración de unas elecciones limpias y
justas».
«Bielorrusia no fue campo de juego limpio», indicó el presidente
de la Asamblea Parlamentaria de la Organización para la Seguridad y
la Cooperación en Europa (OSCE), que envió a Bielorrusia a más de
500 observadores.
«El pueblo bielorruso se merece algo mejor. Los valientes
esfuerzos de los candidatos de la oposición para ofrecer a los
votantes una opción genuina fueron obstruidas por las autoridades»,
puntualizó el presidente de la Asamblea.
«Las elecciones por sí solas no hacen democracia. Sin embargo,
son el eje del proceso democrático. La democracia es un proceso en
constante evolución, (...) y es nuestra responsabilidad alentar a
cada uno de los países firmantes del Acta Final de Helsinki a la
mejoren y la perfeccionen», señaló.
Según Hastings, entre los problemas que afrontaron los
observadores estuvo la dificultad de acceso al recuento de los
votos, aunque añadió que hubo mejoras en comparación con las
elecciones anteriores, perono las suficientes para tener garantías
de fiabilidad.
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