El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ya había tomado en
enero de 2003 la decisión de invadir Irak, con o sin pruebas de
armas de destrucción masiva y con o sin el respaldo del Consejo de
Seguridad de la ONU, según un documento clasificado que cita el
«New York Times».
En una reunión con el primer ministro británico, Tony Blair, en
la Casa Blanca el 31 de enero de 2003, Bush dejó claro que la
guerra era inevitable e incluso tenía una fecha provisional para su
inicio, el 10 de marzo de ese año, según un memorando de cinco
páginas redactado por el entonces principal asesor de Blair para la
política exterior, David Manning. «Nuestra estrategia diplomática
tenía que organizarse en función de la planificación militar»,
escribió Manning en su resumen de la reunión en el Despacho Oval,
preparado para un reducido número de sus colegas.
Según Manning, Bush le informó a Blair que «la fecha del inicio
de la campaña ya se había apuntado en lápiz para el 10 de marzo» y
que «en esa fecha comenzarían los bombardeos». De hecho, los
ataques contra Irak comenzaron nueve días más tarde, la noche del
19 de marzo de 2003 hora de Washington. Bush se mostró convencido
de que, tras la invasión, era «improbable que estallase una guerra
intestina entre los distintos grupos religiosos y étnicos» y Blair
estuvo de acuerdo, según las notas de Manning.
Sobre el futuro gobierno de Irak, Blair comentó que «la gente
quedaría extrañada si lo entregásemos a otro dictador, y Bush
estuvo de acuerdo», relata el memorando al que tuvo acceso el «New
York Times» y algunos extractos del cual ya fueron filtrados a los
medios británicos.
El diario neoyorquino resalta que las conversaciones
confidenciales entre Bush y Blair tuvieron lugar menos de una
semana antes de que el entonces Secretario de Estado, Colin Powell,
acudiera el 5 de febrero de 2003 al Consejo de Seguridad de la ONU
para presentar supuestas pruebas.
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