Prodi y Berlusconi vuelven a enfrentarse en las urnas diez años después por la gobernación de Italia.

TW
0

Tras una de las campañas electorales más duras, dominada por los insultos y los impuestos, los italianos reflexionaron ayer para decidir si en los comicios de hoy y mañana entregan de nuevo el Gobierno al conservador Silvio Berlusconi o cambian por el progresista Romano Prodi.

A medianoche del viernes callaron los micrófonos y comenzaron a desmontarse los palcos desde donde los políticos lanzaron sus últimas promesas, buscando, sobre todo, el voto de los indecisos, que según los últimos sondeos superaban el 20%.

Berlusconi, primer ministro y líder de la coalición conservadora Casa de las Libertades, aprovechó las últimas horas para pedir a los italianos, en especial a la clase media, que voten, afirmando que la abstención sólo beneficia a la izquierda.

Desde hace dos semanas están prohibidos los sondeos. Los últimos, del 25 de marzo, señalaban que «La Unión», la coalición de centro izquierda que encabeza Prodi, sacaba a la de Berlusconi una ventaja de entre 3,5 y 5 puntos.

Berlusconi aseguró que tenía datos que le dan como vencedor, pero no desveló más. Sus aliados hablaban en los últimos días de resultados «muy ajustados» e incluso de empate.

En ese eventual último caso todos se mostraron a favor de nuevas elecciones. En Italia una gran coalición como en Alemania es impensable.

«La Unión» da por hecho que vencerá, convencida de que «después de cinco años de tristeza» los italianos tiene derecho «a un poco de felicidad y unidad», y que sólo se lo pueden dar ellos, la coalición de la que forman parte, entre otros, democristianos, comunistas, ex comunistas, socialistas, verdes, radicales, consumidores y exponentes de movimientos antiglobalización.

Con la mirada puesta en esos votos indecisos, los líderes políticos echaron el resto en los últimos mítines, que sin embargo estuvieron en la misma línea que todos los de la campaña: insultos, tonos fuertes y acusaciones.