En respuesta, altos funcionarios rusos reiteraron que Moscú venderá misiles antiaéreos al régimen de Teherán a pesar de la «grave» situación en torno al programa nuclear iraní.
A su juicio, es importante que otras naciones prohíban «la exportación de tecnologías de doble uso (civil y militar) que Irán pueda utilizar para construir su programa nuclear».
Burns fue más allá, al afirmar que «es muy importante que países como Rusia congelen cualquier venta de armas prevista a Irán». El pasado diciembre las autoridades rusas anunciaron la venta de misiles antiaéreos Tor M-1 a Teherán y Burns dijo que «esperamos y confiamos en que la operación no siga adelante, porque no es momento de hacer negocios con el Gobierno iraní».
Rusia mantiene que no suspenderá la venta de armas a países denostados por Washington como Irán y Siria a no ser que el Consejo de Seguridad de la ONU adopte sanciones.
El responsable estadounidense aseguró que las consultas mantenidas en Moscú sirvieron para constatar, una vez más, que todos los países implicados, incluidos Rusia y China -los más reacios a imponer sanciones a Irán-, están totalmente de acuerdo en que hay que impedir que ese país se haga con armas nucleares. Todos coinciden, añadió, en que «deberíamos actuar de forma colectivamente, hablar con una voz y tomar una serie de acciones para aislar a los iraníes». Burns aseguró que están de acuerdo además en que, si es necesario, hay que pensar en «medidas punitivas, diplomáticas y económicas» para presionar al régimen de Teherán.
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