Policías antidisturbios socorren a un compañero que resultó herido. Foto: JIM HOLLANDER/EFE

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La oración de los viernes en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén degeneró ayer en violentas protestas contra las controvertidas obras que Israel lleva a cabo en la zona y con un enfrentamiento entre policías y manifestantes en el que treinta personas resultaron heridas.

La manifestación de protesta había sido anunciada por organizaciones islámicas de Israel y las fuerzas de seguridad, que desplegaron 2.500 agentes en la zona, acudieron, según el portavoz policial Mickey Rosenfeld, «preparadas para cualquier eventualidad».

Los ánimos estaban muy caldeados debido a las excavaciones iniciadas esta semana por la Dirección de Antigüedades de Israel cerca de la Explanada para sentar las bases de una rampa de acceso a la «Puerta de los Mugrabís», por la que los visitantes pueden entrar a ese lugar, el tercero más sagrado del Islam tras La Meca y Medina.

Las obras provocaron a lo largo de la semana encendidas protestas entre los palestinos y en el mundo islámico, que las consideran un intento encubierto de destruir las mezquitas, aunque las autoridades israelíes afirman que los trabajos son conformes a las normas internacionales y que no hay intenciones ocultas.

Durante toda la semana se han registrado protestas ante la Explanada, y ayer, día festivo para los musulmanes, se podía ver en el lugar a centenares de policías y agentes de la Guardia de Fronteras israelís equipados con material antidisturbios, ambulancias y, en los miradores, decenas de cámaras de televisión, muchas de ellas de cadenas árabes.

Según el jefe de la policía israelí, Moshe Kaplinski, la policía decidió intervenir después de que desde la Explanada tiraran piedras «de forma masiva» contra una treintena de agentes que desde primeras horas de la mañana aguardaban apostados en la rampa junto a la «Puerta de los Mugrabís».

La policía acabó evacuando el cercano Muro de las Lamentaciones y entrando en la Explanada, donde según Kaplinski, los manifestantes lanzaron incluso «cócteles molotov». La entrada de las fuerzas israelíes fue defendida por el jefe de policía del distrito de Jerusalén, Ilán Franco, que la calificó de «justificada».

Unas 6.000 personas -muchas menos de las decenas de miles que tienen cabida en el lugar debido a que la Explanada está cerrada estos días a los varones menores de 45 años- asistieron a los rezos.

Musalam Nazerdin, un musulmán de la Ciudad Vieja que estaba dentro del recinto cuando empezaron los disturbios, contó a Efe, que «después de los rezos, varios jóvenes, cerca de un centenar, comenzaron a lanzar piedras contra los policías». Preguntado sobre cómo pudieron entrar pese a las restricciones, el hombre contestó que «los jóvenes saben por dónde meterse». Nazerdin, que acude todos los viernes a rezar a las mezquitas de Al Aqsa y Omar, negó, sin embargo, que hubiera jóvenes que trataran de atrincherarse en el interior de los templos.