La Embajada británica en Teherán vivió momentos de máxima tensión por la protesta de los estudiantes radicales. Foto: ABEDIN TAHERKENAREH/EFE
JAVIER GARCÍA-TEHERÀN
Un pequeño resquicio diplomático pareció abrirse ayer en la crisis entre Londres y Teherán por la detención de los militares británicos, pese a que el presidente iraní aprovechó el aniversario de la creación de la República Islámica para arremeter contra «los poderes arrogantes que desaparecerán como burbujas en el agua». A pesar de las palabras del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, pronunciadas de modo general y para el consumo interno, ambos países bajaron ayer el tono de sus posiciones ante la crisis y parecen haber encontrado una vía de comunicación a través del intercambio de misivas diplomáticas y de un «diálogo directo».
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