Imagen del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, que ha sido la auténtica estrella en la reunión de Naciones Unidas, escuchando el discurso de Bush. Foto: SHANNON STAPLETON/REUTERS

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EFE-NUEVA YORK El presidente de EE UU, George W. Bush, denunció ayer ante la ONU la falta de libertad de algunos países, pero no se centró en Irán o Corea del Norte, como es habitual, sino en Cuba y Birmania, país contra el que anunció nuevas sanciones.

La portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, ya había adelantado que en su intervención ante la Asamblea General de la ONU Bush no se extendería en el caso de Irán, referencia obligada cuando el mandatario habla de regímenes sin libertades.

Con ello, la Casa Blanca pretendía evitar dar un mayor protagonismo al líder iraní, Mahmud Ahmadineyad, que ayer ocupaba todas las portadas de la prensa estadounidense por la conferencia que dio el lunes en la Universidad de Columbia.

Bush centró su discurso en la importancia para su país y para la ONU de defender el contenido de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que pese a que fue aprobada hace seis décadas, sigue siendo violada en muchos países.

El gobernante estadounidense se detuvo en el caso especial de Cuba, donde -señaló- «el largo mandato de un cruel dictador está llegando a su fin».
«El pueblo cubano está preparado para su libertad. Y cuando la nación entre en un periodo de transición, la ONU debe insistir en la necesidad de que se reinstaure la libertad de expresión, de asociación, y por último, de celebrar unas elecciones libres», dijo.

Estas alusiones provocaron una protesta formal de la delegación cubana que, encabezada por el ministro de Exteriores, Felipe Pérez Roque, se levantó del plenario y abandonó la sala. La delegación cubana emitió un comunicado en el que aseguraba que Bush «es un criminal y no tiene autoridad moral, ni credibilidad para juzgar a ningún otro país».

El jefe de la Casa Blanca también atacó al régimen de la Junta Militar de Myanmar (antigua Birmania), donde se están registrando multitudinarias manifestaciones pacíficas en protesta por la falta de libertades. «En Birmania el pueblo no tiene libertad de expresión, ni de asociación, las minorías son perseguidas. El régimen mantiene encarcelados a miles de prisioneros políticos», indicó el presidente.