El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso (c), en el final de la cumbre euro-africana. Foto: EFE

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EFE-LISBOA

Los líderes de la Unión Europea y Àfrica proclamaron ayer el inicio de una nueva relación en pie de igualdad, cuyos objetivos formales abarcan desde el cambio climático a la gestión de los flujos de inmigración, pero no consiguieron resolver sus diferencias en materia comercial.

Las críticas europeas al presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, y, en dirección inversa, los reproches del líder libio, Muanmar Gadafi, por el colonialismo, ocuparon parte de la atención de la cumbre.

La cita, que reunió en Lisboa a líderes de 80 países, fue, según resaltó en la clausura el anfitrión, el primer ministro portugués, José Sócrates, un éxito 'histórico' que ha 'pasado página' en el bloqueo que arrastraban las relaciones entre los dos continentes desde su primera cumbre, hace siete años en El Cairo. El documento de conclusiones anuncia una nueva «relación estratégica», con planes de acción en ocho áreas, incluidas las de seguridad, desarrollo, comercio, energía, cambio climático o inmigración.

Financiación

Las conclusiones no hablan de financiación, si bien la Comisión Europea aspira a encauzar hacia estos nuevos objetivos el montante de la ayuda al desarrollo que la UE y sus Estados miembros dedican al continente africano, unos 36.000 millones de euros anuales.

La ambición de los objetivos a largo plazo pactados por los mandatarios contrasta con la falta de avances en la cuestión más inmediata de sus relaciones, los acuerdos de libre comercio que la Comisión Europea trata de suscribir con las regiones africanas.

El presidente de Senegal, Abdulayé Wade, lideró durante la cumbre la oposición a una iniciativa que considera perjudicial para Àfrica, y llegó a instar a los africanos a rechazarla.