TW
0
MARÍA LUISA GONZÀLEZ-LISBOA Los líderes de los 27 países de la Unión Europea firmaron ayer el Tratado de Lisboa, sucesor del fracasado proyecto de Constitución, con el que pretenden agilizar el proceso de toma de decisiones tras la incorporación de doce nuevos miembros y afrontar con éxito la globalización y que supone para los europeos entrar en el siglo XXI.

En un escenario histórico y majestuoso, en el claustro del Monasterio de los Jerónimos, después de los acordes del Himno a la Alegría, los jefes de Estado y de Gobierno europeos, acompañados por sus ministros de Asuntos Exteriores, rubricaron con un bolígrafo de plata el nuevo Tratado, el cuarto de que se dota la UE y al que se llega tras un largo y doloroso proceso de desencuentros.

La ceremonia tuvo la ausencia notable del primer ministro británico, Gordon Brown, que firmó el Tratado más tarde después de incorporarse al almuerzo ofrecido por la Presidencia portuguesa. Inauguró las firmas del texto el primer ministro saliente belga, Guy Verhofstadt, a quien en su país no encuentran sustituto debido a las fuertes discrepancias entre flamencos y valones.