Los primeros periodistas se subían ayer a un bus tras su llegada al aeropuerto de Lhasa (Tíbet). Foto: CHOGO-EFE

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EUROPA PRESS-PEKÍN

Pekín quiere demostrar que no es tan fiero el león como lo pintan, y que la contundente represión denunciada por la disidencia y los manifestantes tibetanos no es tal. Por este motivo, ha permitido la entrada en Tíbet de una delegación de periodistas extranjeros, «para que entiendan los incidentes allí», según el Ministerio de Asuntos Exteriores. Queda por comprobar la repercusión de estos incidentes que pudieron haber provocado hasta 135 víctimas mortales en la celebración de los Juegos Olímpicos, aunque desde el Gobierno tibetano en el exilio reiteró la petición de que esta cita deportiva se celebre, ya que demostraría que China «está sujeta a las reglas internacionales».

Las autoridades chinas han permitido la visita de 26 periodistas extranjeros de 19 medios a Tíbet, la mayoría de ellos anglosajones. Los corresponsales tenían previsto pasar tres días en la capital, Lhasa, como una nueva táctica de Pekín para lavar su imagen después de que la comunidad internacional haya criticado duramente el veto informativo y la férrea censura. Según el Ministerio de Asuntos Exteriores, este viaje permitirá a los periodistas que «entiendan los incidentes allí», tal y como había dejado entrever la semana pasada el primer ministro chino, Wen Jiabao.

De momento, y como consecuencia de este control gubernamental, se desconoce la cifra oficial de fallecimientos en las protestas, ya que mientras los números oficiales sólo notifican 19 muertos, el presidente del Parlamento de Tíbet en el exilio, Karma Chopel, los elevó hasta 135 personas. A ellas habría que añadir los alrededor de 400 detenidos y un millar de heridos. No obstante, Chopel advirtió de que el número de víctimas podría multiplicarse «por diez».

El líder tibetano desvinculó a la población del origen de las protestas violentas, atribuyendo estas sospechas a mera «propaganda» de Pekín. No obstante, Chopel incidió en la necesidad de que los Juegos Olímpicos de verano se celebren, de tal forma que corresponderá a cada país optar por la participación o el boicot, algo que Francia de momento no ha decidido a tenor de las declaraciones el martes de su presidente, Nicolas Sarkozy. A juicio del parlamentario, si las Olimpiadas siguen adelante, esto supondría que el país «está sujeto a las reglas internacionales». En este sentido, el embajador español en China, Carlos Blasco Villa, subrayó que un sabotaje no «arreglaría demasiado ninguna cosa», a no ser que ocurra «alguna otra circunstancia extraordinaria» .