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EFE-WASHINGTON Ayer se cumplieron cinco años desde que el presidente de EEUU, George W. Bush, aterrizara en un portaaviones en el Pacífico y diera un discurso con una pancarta de fondo que decía «misión cumplida», una imagen que le persigue desde entonces. Había pasado poco más de un mes de la invasión de Irak y un Bush exultante señaló sobre la cubierta del 'Abraham Lincoln': «Las operaciones principales de combate en Irak han terminado. Estados Unidos y sus aliados se han impuesto en la batalla de Irak».

No dijo «misión cumplida», algo que aparentemente sí había estado incluido en un borrador del discurso, pero que fue eliminado por el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Sin embargo, la pancarta, colgada estratégicamente como fondo de la intervención de Bush de la torre de mando del portaaviones, que regresaba de Irak, lo dijo todo.

La misión estaba, sin embargo, muy lejos de cumplirse. Desde esa fecha han muerto muchos más soldados estadounidenses que durante la invasión en sí -en la que perecieron 139 militares- y las batallas más encarnizadas, como la de Fallujah, ocurrieron una vez que los norteamericanos ya estaban acantonados en el país.

Los demócratas no han dejado pasar en balde la efemérides. «El planeamiento y la estrategia (de la guerra) estaban equivocados», dijo la senadora Hillary Clinton. Su competidor en la lucha por la candidatura de su partido a la presidencia, Barack Obama, remarcó que en los últimos cinco años Estados Unidos «ha perdido miles de vidas, gastado medio billón de dólares y no estamos más seguros que antes».

Y su colega Edward Kennedy, el icono del ala de izquierda de su partido, afirmó que Estados Unidos «no está más cerca de cumplir su misión en Irak hoy que lo que estaba hace cinco años. Nuestras tropas siguen empantanadas en Irak, a la espera de que un gobierno que no funciona reconcilie sus diferencias internas».

No se trata sólo de hablar por hablar, el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado bloqueó ayer la financiación de proyectos de reconstrucción por valor de más de 2.000 millones de dólares para forzar a que el Gobierno de Bagdad aporte más dinero para la formación y la dotación de sus fuerzas de seguridad.

La Casa Blanca tuvo ayer que dar, una vez más, explicaciones sobre la pancarta, una espina en la presidencia de Bush.