El presidente de EEUU, George W. Bush, se reunió ayer, dentro de su gira europea, con Nicolas Sarkozy en París. Foto: EFE

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BRUSELAS/ZARAGOZA-REUTERS

Europa debe continuar con el tratado un reforma para el bloque e Irlanda tiene que resolver el estancamiento que provocó con su decisión de rechazar el pacto, indicaron ayer autoridades de la UE y medios locales. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, dijo que el rechazo no provocará una crisis y confirmó que el primer ministro británico, Gordon Brown, le ha asegurado que desafiará a los irlandeses y buscará la ratificación del tratado.

«Hoy, 18 estados europeos han ratificado (el tratado). Los otros deben seguir ratificando (...) para que este incidente irlandés no sea una crisis,» dijo Sarkozy en una rueda de prensa junto al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quien se encontraba de visita en París.

Así, Gran Bretaña se unió a los esfuerzos conjuntos de Francia y Alemania para salvar este año el pacto, conocido como tratado de Lisboa, durante la presidencia francesa de la UE.

Esto contrasta con la situación del 2005, cuando el «no» de los electores de Francia y Holanda, fundadores de la UE, marcaron la sentencia de muerte al proyecto de constitución del bloque. Para reemplazarlo se ideó el tratado de Lisboa. «Esta vez el escenario es radicalmente diferente», dijo el diario belga Le Soir en un editorial. «La idea es aislar completamente a Irlanda», indicó.

Algunos disienten, como el primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker, quien declaró a una radio alemana que el rechazo demostraba que ya era tiempo de avanzar con un «Club de los pocos» países más propensos a unirse en políticas europeas comunes. Los comentaristas hablan del daño que hizo a la imagen de la UE el resonante 53,4 por ciento de votos en contra de un tratado que apunta a simplificar la toma decisiones en un bloque ampliado a 27 miembros, y a fortalecer su voz en el mundo.

Muchos argumentan que no se votó contra el tratado mismo -un texto opaco que muy pocos han leído- sino que la elección estuvo marcada por cuestiones locales y una insatisfacción generalizada por una UE vista como elitista y burocrática. El diario francés Le Figaro sugirió que los irlandeses deberían ser convocados a las urnas de nuevo -una idea que pocos en Dublín contemplan- y que París, Berlín y quizás Londres deben trabajar juntos para lograr que la reforma de la UE vuelva a ser posible.

«Tenemos que desestimar el 'No' irlandés,'» dijo el diario de derecha, mientras otros periódicos franceses señalaron que el resultado es un dolor de cabeza para Sarkozy, dos semanas antes del comienzo de su presidencia semestral del bloque.

El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, dijo a periodistas en un viaje a China que ahora correspondía a Irlanda la responsabilidad de «despejar el camino» para que los otros 26 países del bloque continúen desarrollando políticas conjuntas en el marco de la UE.

La vicepresidenta primera del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, interpreta que el rechazo del Tratado de Lisboa por parte de los irlandeses en referéndum es «una dificultad más que habrá que superar», desde el convencimiento de que la UE no puede ir hacia atrás por culpa de un solo país. «Juntos somos más», enfatizó la vicepresidenta española, porque, a su entender, la solución pasa por «sumar voces y unir voluntades», algo que Europa lleva décadas haciendo y que ha permitido avanzar en la unión «a pesar de dificultades».