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El presidente de Cuba, Raúl Castro, se despidió ayer del año en que asumió la jefatura del Estado con el anuncio de que el sector estatal deberá ajustarse el cinturón, que los servicios gratuitos no indispensables están en peligro y que 2009 será de «mucha incertidumbre».

Vestido con guayabera blanca y sentado al lado del sillón vacío que solía ocupar su hermano, el ex presidente Fidel Castro, el general Castro asistió a la presentación de los balances y pronósticos de la economía cubana, muy golpeada por el paso de tres huracanes por la isla en los últimos meses.

«Hay que actuar con realismo y ajustar todos los sueños a las verdaderas posibilidades», dijo el presidente ante los parlamentarios, al demandar más producción, el ajuste de los gastos y «optimizar» las relaciones comerciales internacionales.

«La prioridad de otros asuntos nos impidió la conclusión de los estudios y presentar a esta Asamblea la nueva composición del Gobierno», dijo, al anunciar que se trabaja en la creación de una Contraloría que supervise la actividad de los organismos del Estado.

El gobernante se refería a su discurso de asunción presidencial en febrero pasado, cuando anunció una reducción de los organismos del Estado para «hacer más eficiente la gestión» del Gobierno y buscar «una estructura más compacta y funcional» para los requerimientos de la isla.

«El año próximo es de mucha incertidumbre en la economía mundial y debemos estar preparados para enfrentar ese serio reto que ya nos viene afectando de manera apreciable», dijo.

«Nadie, ni un individuo, ni un país, puede darse el lujo de gastar indefinidamente más de lo que recibe por la venta de sus producciones o por los servicios que presta», afirmó.

Previamente, Castro y sus ministros escucharon el informe de Economía, quien pronosticó un crecimiento del PIB del 6% para el 2009, tras acabar el presente ejercicio en el 4'3%.