Por primera vez y como velada respuesta a las críticas recibidas por la gestión de los casos de pederastia, el Vaticano divulgó ayer la Guía de la Congregación para la Doctrina de la Fe para afrontar esos hechos, que establece que hay que denunciarlos «siempre» a la autoridad civil.
También contempla que en los casos más graves el Papa puede directamente reducir al estado laical al clérigo pederasta, sin pasar por un juicio canónico previo.
El documento ha sido publicado en la página web del Vaticano, en el enlace «Abusos sobre menores, la respuesta de la Iglesia», que incluye los documentos vaticanos para luchar contra esas situaciones, las cartas del Papa a las víctimas, discursos de Benedicto XVI y Juan Pablo II y otros textos relacionados.
El viceportavoz del Vaticano, Ciro Benedettini, precisó que no se trata de un documento nuevo, sino que es la guía redactada en 2003 y que ha sido publicada ahora, por primera vez, «en nombre de la absoluta transparencia impuesta por el Papa» para estos casos.
Título
Titulada «Guía para entender los procedimientos básicos de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre las acusaciones de abusos sexuales», el texto hace referencia a las leyes que se aplican actualmente en estos casos, el Motu Proprio (documento papal) «Sacramentorum santictatis tutela» de 2001 y el Código de Derecho Canónico de 1983.
El texto está dividido en tres partes, la primera de las cuales se refiere al procedimiento preliminar y señala que, cuando se produce una denuncia de abuso de un menor por un clérigo, la diócesis local es la primera encargada de investigar el hecho.
Si la acusación tiene peso, el obispo local remitirá el caso con toda la documentación necesaria a la congregación vaticana y expresará su opinión sobre los procedimientos a seguir y las medidas que se adoptarán a corto y largo plazo.
El Vaticano anima a denunciar los casos de pederastia ante la Justicia
La Santa Sede divulga una guía para acallar las críticas ante su silencio tras los abusos
12/04/10 0:00
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¡Una guía para delitos sexuales a menores! y ¡condenas con diferentes penas por ese motivo, cuya máxima pena es la expulsión del cuerpo religioso y la vuelta laical del pederasta!. Pero amigos, ¿se nos toma el pelo o qué?. ¿Porqué no hablan claramente y dicen que es imposible detener la pederastia dentro del cuerpo eclesiástico y que por eso hacen una guía para persuadir a sus miembros de que han de ir con cuidado, pues sino vendrá el coco social a juzgar a todos?. Y todavía los hay por ahí que defienden que la iglesia es santa y pecadora al mismo tiempo. Si Jesús levantara la cabeza, no daría a basto con los brazos para pegar latigazos a estos mercenarios de la fe. Y por otro lado, las últimas declaraciones no tienen desperdicio en cuanto, por desprender un tufillo amenazador sin precedentes, según las palabras del cardenal Tarcisio Bertone, secretario del Estado del Vaticano: "No queremos poner el silenciador, pero esperamos que se termine esta campaña". Veamos que quiere decir este señor ¿de qué silenciador habla?. ¿El del dinero para comprar el silencio de las víctimas; el silenciador de la presión mafiosa sobre los medios de comunicación; el silenciador cómplice de los abusos de pedofília; el silenciador de la presión mafiosa del catolicismo más ortodoxo; el silenciador de la presión educativa sobre las familias católicas; el silenciador del dogmatismo frente a ocultación de pruebas; el silenciador de la amenaza de la excomunión y el laicismo; etc., ó el silenciador de un arma preparada para atentar contra la vida de cualquiera que se atreva a levantar la voz más allá de las reglas del juego que el Vaticano establece en los medios de comunicación?. Estas dudas hacen que cualquier opción de estas puede ser interpretada como intención real por parte del Vaticano. Hace muchos años un anciano amigo me comentaba "Mira, las buenas personas nunca las verás ocupando lugares altos de poder; así los sacerdotes que son buenas personas, nunca los verás que asciendan más allá de cura de barrio, eso si no los envían al Congo para deshacerse de él. La bondad es un repelente para el poder, porque contagia, y eso no lo pueden consentir aquellos que hacen del abuso y de la injusticia su herramienta de trabajo en nombre de Dios".