Miles de sirios salieron ayer a las calles para enterrar a los fallecidos en las protestas políticas del viernes en las que hubo más de cien muertos, en medio de nuevos brotes de violencia que se cobraron al menos otras trece vidas. El mayor número de víctimas, según activistas de derechos humanos, se registró a las afueras de la localidad sureña de Izraa, cuando la comitiva de un entierro fue atacada a tiros en una carretera.
En ese ataque perecieron cinco personas, según dijo telefónicamente el presidente de la Organización Nacional para los Derechos Humanos en Siria, Ammar Qurabi, y el residente de esa localidad Abu Mahmud.
Un periodista de la cadena catarí Al Yazira que fue testigo de ese tiroteo dijo que las personas que participaban en el funeral fueron atacadas cuando se encontraban en el paso elevado de una carretera. Agregó que la situación fue muy confusa y no pudo establecer desde dónde se hicieron los disparos y quién usó las armas.
Activistas de la oposición acusaron con anterioridad a las fuerzas policiales y militares, así como a agentes de civil y partidarios del régimen de ser los responsables de la mayoría de las víctimas durante las protestas políticas.
Censura
Además de los fallecidos en Izraa, Qurabi señaló que otras cuatro personas murieron hoy en la localidad de Douma, en la periferia de Damasco, que en fechas previas ha sido también escenario de sangrientos choques entre manifestantes y fuerzas policiales. A pesar de que Siria vivió el viernes la jornada más sangrienta desde que empezaron las protestas políticas a mediados de marzo, hasta primeras horas de anoche no había habido comentarios públicos de funcionarios del régimen de Bachar al Asad.
La agencia oficial SANA se ha limitado a informar de incidentes dispersos el viernes y a recoger una reacción oficial a los comentarios hechos por el presidente estadounidense, Barack Obama, refiriéndose a la ola de violencia.
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