Una fila de refugiados somalíes hace cola para recoger alimentos en uno de los dos campamentos que gestiona la ONU. | Efe

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Cerca de 1.300 refugiados somalíes llegan cada día a los campos de refugiados de Dadaab, en el noreste de Kenia. La gran mayoría de los desplazados están cruzando la frontera a causa de la severa sequía que afecta a grandes regiones del país africano.

Dichos campos de refugiados han superado ampliamente su capacidad y las personas que van llegando necesitan unas atenciones que no les pueden ser ofrecidas. Una de las máximas preocupaciones es la situación de los niños menores de cinco años.

«El número de los refugiados que hay en Dadaab se ha disparado», ha señalado un experto del registro del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). El funcionario ha señalado que han tenido que contratar a más personas para trabajar por turnos y poder dar respuesta a las necesidades actuales.

Los tres campos de Dadaab -Dagahaley, Ifo y Hagadera- estaban preparados para acoger a 90.000 refugiados, pero en la actualidad tienen una ocupación de 380.000 personas, según ACNUR. Por ello, el Gobierno keniano ha anunciado que desplazará gente a un cuarto campo, conocido como Ifo II y que hasta ahora permanece vacío.

«Los sistemas de agua, las letrinas y las instalaciones sanitarias están preparadas para ser utilizadas pero están sin utilizar», ha señalado la ONG Oxfam a través de un comunicado. Esta ONG ha indicado que más de 60.000 recién llegados están viviendo en tiendas de campaña a las afueras de las fronteras de los campos, con acceso reducido al agua potable y las letrinas.

Por ello, los índices de malnutrición son más bajos en los centros de recepción que en los campamentos organizados a las afueras de los campos oficiales, según ha indicado Médicos Sin Fronteras (MSF).

MSF ha señalado que más del 43 por ciento de los niños de entre seis y diez años y que viven en estas tiendas sufren malnutrición.