El que fuera un conocido disidente en la ahora extinta República Democrática Alemana (RDA), que usaba su púlpito en la ciudad portuaria de Rostock para luchar por la libertad, obtuvo 991 votos de los 1.228 válidos en la Asamblea Federal (conjunción del Bundestag y las cámaras regionales de los 16 estados federados).
Fue un resultado abrumador frente a los 126 apoyos que consiguió su competidora, la cazanasis Beate Klarsfeld, candidata de La izquierda.
El undécimo presidente alemán, el de más edad que llega al cargo, acudió a su elección en el Reichstag como seguro ganador gracias a los avales de sus mentores de la oposición verde y socialdemócrata, pero también de la coalición gobernante de la canciller federal, Angela Merkel.
En esta ocasión, Merkel cedió a las presiones para nominar a Gauck, a quien había rechazado en la anterior elección presidencial.
El teólogo luterano sucede en el cargo a quien en junio de 2010 le derrotó en la misma elección, aunque tras tres votaciones, el entonces candidato de Merkel Christian Wulff, quien dimitió hace un mes envuelto en una trama de corrupción y amiguismo.
«Qué domingo más bonito», fueron las primeras palabras de Gauck ante la Asamblea Federal en su primera intervención como presidente, en la que recordó que en esta misma fecha en 1990 participó en las primeras y únicas «elecciones libres de dictadores» en la extinta RDA tras la caída del Muro de Berlín.
La breve alocución del máximo mandatario germano fue un canto a la libertad y la lucha, también a la propia, para alcanzarla, pero igualmente se trató de una primera declaración de intenciones, entre las que subrayó su deseo de acercar los gobernantes a los ciudadanos y atender a las cuestiones que preocupan a Alemania y Europa.
«Con seguridad no cumpliré todas las expectativas, pero puedo prometer que asumo con todas mis fuerzas y todo mi corazón la responsabilidad que se me concede», dijo el nuevo máximo mandatario alemán, quien subrayó que desarrollará sus funciones pensando sobre todo en el futuro de los niños que heredarán el país.
Cuando el presidente del Bundestag (cámara baja del Parlamento alemán), Norbert Lammert, anunció el resultado de la votación, los asistentes ovacionaron en pie al nuevo máximo mandatario germano, en quien no sólo los políticos, sino también los ciudadanos, han puesto sus esperanzas para que repare el daño sufrido por la institución, según coinciden las encuestas.
El resultado de la votación reveló que más de un centenar de representantes de los cinco partidos que apoyaban a Gauck se abstuvieron, lo que indica la existencia de ciertos recelos hacia la figura del pastor evangélico, que será seguramente un presidente incómodo para la casta política en su papel de autoridad moral.
Pese a que inicialmente buscó un candidato propio para suceder a Wulff y acabó aceptando a regañadientes la nominación de Gauck, la canciller se mostró satisfecha ante las cámaras de televisión por el resultado de la votación.
El nuevo presidente atiende a las necesidades de los ciudadanos y respeta a los políticos, dijo Merkel, quien subrayó que el hecho de que dos personas procedentes de la extinta RDA estén a la cabeza del Estado alemán es una señal clara de que la reunificación del país ha sido un éxito.
Elegido para un periodo de cinco años, renovables por otros cinco, Gauck jurará su cargo como nuevo presidente alemán el viernes próximo ante los plenos de las dos cámaras alemanas, Bundestag y Bundesrat (alta), en el histórico Reichstag, aunque asumirá sus funciones este mismo lunes.
Hasta la caída del Muro de Berlín y el fin del comunismo, Joachim Gauck trabajó como pastor protestante en Rostock, aunque alcanzó fama nacional en 1990 cuando el entonces canciller Helmut Kohl le nombró primer responsable de la custodia de los archivos de la Stasi, la policía política de la RDA que le había perseguido como líder de la disidencia.
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