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La campaña electoral para las elecciones estadounidenses de hoy ha costado unos 6.000 millones de dólares (unos 4.700 millones de euros), lo que la convierte en la más cara de la historia del país. Tanto el presidente, Barack Obama, el que más ha recaudado, como su rival republicano, Mitt Romney, han recibido casi el mismo dinero en donaciones por separado que lo que recibieron republicanos y demócratas juntos en las elecciones de 2004, estimado en unos 2.700 millones de dólares.

Estas cifras proceden de un estudio del Centro para la Política Responsable (CRP, por sus siglas en inglés), que señala como principal causa de que se hayan disparado las donaciones a la decisión del Tribunal Supremo, que en 2010 eliminó las restricciones a las aportaciones de empresas a campañas electorales implantadas tras el escándalo del 'Watergate'. La primera campaña en la que se pudo aplicar la decisión judicial, la de renovación del Parlamento de 2010, se saldó con un gasto de 3.000 millones de dólares.

Fondos clave

En consecuencia, el estudio destaca que los candidatos ahora dedican gran parte de su campaña a convencer a los votantes, pero también a recaudar unos fondos considerados claves para inclinar la balanza a su favor mediante campañas de publicidad política.

La campaña de Romney, por cierto, trabajaba ayer «arduamente» con millones de llamadas puerta a puerta y el envío de «150.000 voluntarios» a los estados clave, apenas veinticuatro horas de que se conozcan los primeros resultados electorales. La sede central de la campaña de Romney en el 585 de Commercial Street, en el centro de Boston, se ha quedado vacía y los voluntarios y trabajadores se han trasladado en las últimas horas a estados claves como Florida, New Hampshire, Ohio, Wisconsin o Virginia.