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Un tiroteo en las instalaciones del Mando de Sistemas Navales de la Armada de EEUU en Washington causó al menos trece muertos, entre ellas el presunto atacante, según un balance provisional ofrecido por el alcalde de la ciudad, Vincent Gray. Gray confirmó también en rueda de prensa que las fuerzas de seguridad aún no han encontrado a un segundo sospechoso de la matanza, y que se desconocen los motivos por los que el autor o autores perpetraron la masacre.

El Buró Federal de Investigaciones (FBI) identificó al autor fallecido en el tiroteo como Aaron Alexis, un contratista militar de Texas. Alexis, de 34 años y de raza negra, podría haber actuado con la ayuda de un segundo sospechoso, un hombre negro de unos 40 años, con patillas canosas y vestido con un uniforme de estilo militar verde oliva, que está huido.

Las autoridades no han proporcionado aún el número de heridos, aunque según el alcalde la cifra rondará «una docena o más». Un oficial de policía y dos mujeres están siendo tratados en el hospital Medstar de la capital estadounidense por las heridas de bala recibidas durante el tiroteo.

Un sospechoso

La inspectora jefe de Policía, Cahty Lanier, dijo que el supuesto autor de los disparos fue abatido, pero añadió que «tenemos informaciones que sugieren que al menos dos individuos han sido vistos con armas de fuego». «La principal preocupación ahora es que tenemos dos potenciales autores que no hemos localizados por el momento», declaró Lanier, y agregó que se trataba de dos hombres, uno de raza blanca y otro negra, con vestimenta militar.

Sin embargo, la policía metropolitana identificó poco después a la persona de raza blanca y la consideró como «no sospechosa».

Las autoridades de la capital estadounidense decidieron cerrar el tráfico aéreo del aeropuerto Ronald Reagan, cercano a las instalaciones, aunque reabrieron las operaciones poco después.

Además, una decena de colegios del área de Washington se mantuvieron cerrados con los alumnos en el interior como medida de cautela.

La residencia presidencial de la Casa Blanca se encuentra a apenas a 8 kilómetros del lugar de los hechos. Tras ser dirigida en un primer momento por las autoridades locales, la investigación ha pasado a estar coordinada por la Oficina Federal de Investigaciones (FBI).