«Milicianos armados alejaron a los equipos de rescate y los dejaron sin medios de comunicación. Cargaron los cuerpos en un camión como sacos. Según los milicianos, se disponían a llevarlos a la ciudad de Donetsk», señaló a su vez una fuente del Gobierno de la región donde tuvo lugar el accidente, citada por medios ucranianos.
El Gobierno ucraniano cargó también contra Rusia y acusó al país vecino de ayudar a los separatistas «a destruir las pruebas de un crimen internacional».
«Los terroristas, con ayuda de Rusia, intentan destruir las pruebas de un crimen internacional. Nos dirigimos a la comunidad internacional e instamos a Rusia a retirar a sus terroristas para permitir a los expertos ucranianos e internacionales a investigar las circunstancias de la tragedia», dice un comunicado del Gobierno ucraniano.
Kiev acusó a los sublevados de «impedir que las autoridades competentes de Ucrania inicien la investigación y se niegan a dar acceso a la comunidad internacional y a representantes de Gobiernos extranjeros al lugar donde cayó el avión de las aerolíneas malayas».
«Además, los terroristas buscan transporte de gran envergadura para trasladar los restos del avión a Rusia», denunció el gabinete de ministros ucraniano.
El Ejecutivo ucraniano, en un discurso que no admite otras versiones del siniestro que no sea el derribo del avión por los prorrusos, advirtió a los separatistas y a Moscú de las consecuencias que deberán afrontar por la tragedia de la que les acusan.
«No habrá perdón para los criminales internacionales, ni tampoco para aquellos que apoyaban a esos terroristas, los entrenaban, financiaban y dotaban de armas», aseveró la nota de Kiev.
Tanto el Gobierno ucraniano como los sublevados se acusaron del derribo del avión malasio ya instantes después de que se conociera la tragedia, aunque Kiev ha ido incluso más allá y ha acusado a Rusia de estar implicada en el accidente.
El ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, negó esas acusaciones de Ucrania y acusó al Gobierno de Kiev de mentir para ejercer presión sobre la investigación de la catástrofe.
Poco después, también la administración de Estados Unidos, incluso el presidente de ese país, Barack Obama, apuntaron a los milicianos prorrusos y a Moscú como los responsables del accidente.
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