«Anuncio oficialmente que compito para ser presidente de Estados Unidos, para hacer nuestro país más grande de nuevo», afirmó Trump en un discurso que pronunció durante un acto en Nueva York.
Trump, de 69 años, ya estudió hace cinco años la posibilidad de aspirar a la candidatura presidencial por el Partido Republicano para los comicios de 2012, pero no lo hizo.
Hoy, sin embargo, confirmó su intención de competir para llegar a la Casa Blanca en un discurso de marcado tono nacionalista pronunciado en la torre que lleva su nombre, en el centro de Manhattan.
Con su anuncio, ya son doce los políticos que han mostrado su intención de aspirar a la candidatura presidencial del Partido Republicano para los comicios de noviembre de 2016.
En su discurso, Trump recurrió a la vena nacionalista, criticó el avance de China en la economía mundial y también la presencia de inmigrantes mexicanos en Estados Unidos.
«Nuestro país necesita un líder grande y verdadero», afirmó Trump: «Necesitamos a alguien que haga grande a este país de nuevo, y lo podemos hacer», insistió.
El anuncio de las aspiraciones presidenciales de Donald Trump supone el corolario a la biografía de este magnate inmobiliario, encarnación simultánea del sueño y la pesadilla estadounidenses en una vida llena de ascensos y caídas, trufada de divorcios, libros, vodka y hasta un reality show en televisión.
«Nunca se puede ser demasiado avaricioso» es su eslogan y él mismo se ha encargado de definir el día de su adhesión a la carrera presidencial «un gran día para Estados Unidos», con el hashtag #MakeAmericaGreatAgain (devuelve la grandeza a Estados Unidos).
Como en la película «Ciudadano Kane», inspirada, a su vez, en el magnate William Randolph Hearst, Donald Trump nació en una familia de clase media el 14 de junio de 1946 en Queens, en Nueva York, para luego convertirse en un megalómano gurú cuyo fan número 1 es él mismo.
Se licenció en 1968 en Economía Financiera por la Universidad de Pensilvania, comenzó como obrero en la empresa de su padre del que heredó a los 28 años el negocio y le dio un giro para acabar con el dominio sobre el negocio inmobiliario.
En 1982, además de haber construido la torre con su nombre en Manhattan, ya era dueño de tres casinos en Atlantic City y había abierto su propia aerolínea (Trump Shuttle). Y hoy Forbes cifra su fortuna en 4.100 millones de dólares.
«Es tangible, es sólida, es hermosa. Es artística, desde mi punto de vista. Simplementerio amo el negocio inmobiliario», escribiría, al resumir sus bases filosóficas y estéticas.
De ahí salen también las sombras de su imperio: impúdico en su neoliberalismo, su intolerancia, su ostentación y su extravagancia, su éxito lo convenció no solo de que todo es posible, sino de que cada uno labra su propia suerte, por lo que su trayectoria destila pocas concesiones a los débiles.
Ser implacable es la clave de su carisma, como demostró su programa de televisión para convertirse en empresarios de éxito.
«The Apprentice», triunfó en la NBC, le hizo finalista en dos Emmys y en él eliminaba a los concursantes diciendo: «Estás despedido».
«Nunca pensé que despedir a 67 personas en la televisión nacional me haría más popular, especialmente entre las generaciones más jóvenes», aseguró irónico.
Los títulos de sus libros tampoco engañan a nadie: «Así llegué a la cima» (2005), «Queremos que seas rico» (2009) o «Piensa en grande y patea culos en los negocios y en la vida» (2009) forman parte de una exitosa serie literaria de autoayuda para aspirantes a millonarios.
En paralelo a sus negocios, Trump ha tenido una gran presencia mediática por su vida sentimental, que le ha dado cinco hijos (que siguen sus pasos) y, lo más importante para las portadas de las revistas, tres esposas modelos.
La primera de ellas fue Ivana Trump, a la que tuvo que pagar 25 millones de dólares en efectivo en su divorcio en 1992, y le hizo extremar las precauciones con las otras dos, Marla Maples y Melania Trump.
Su primera crisis, de hecho, coincidió con su primer divorcio, cuando se declaró en bancarrota. En 2004 repitió la operación.
Trump ha tenido que reponerse de varias quiebras (que también canalizó en otros libros como «El arte de vender"), pero siempre permaneció infatigable ante el fracaso, como su incólume flequillo.
Y sigue acumulando tareas: maneja la pista de hielo de Central Park en Nueva York, tiene su propia agencia de modelos, su cadena de restaurantes, sus colonias (llamadas, no en vano «Empire» y «Success") y está detrás del negocio del concurso de Miss Universo.
Algunos de sus proyectos más llamativos fueron los de crear su propio vodka ("T"), un juego de mesa parecido al monopoly, pero con su nombre, y su universidad en internet, Trump University, que acabó cambiando de nombre por una trama judicial de prácticas ilegales y nunca llegó a tener títulos oficiales.
Sus enseñanzas eran claras. «No educar a tus hijos en el dinero es como descuidar lo que su alimentación. Si entran en el mundo sin conocimientos financieros, les costará mucho más conseguir lo que quieren», escribió ya en «Cómo hacerse rico», otra de sus obras.
Además, en sus declaraciones tampoco ha mostrado simpatía hacia los emigrantes, como cuando intentó invalidar a Barack Obama como presidente al asegurar que no había nacido en Hawai sino en Kenia, o comentó la victoria de «Birdman», de Alejandro Gronzález Iñárritu los últimos premios Óscar para la cadena Fox.
«Fue una gran noche para México, como siempre. Este país, ya sabes, todo esto que pasa es ridículo», dijo, además de incidir en que China «nos está matando», como dijo hoy.
Ahora, a sus 69 años y sin intención de que le crezcan pelos en la lengua, cumple por fin un sueño, el de aspirar a la Casa Blanca, empeño que no cuajó en 2012.
«Toda mi vida he sido una persona exitosa. Y alguien que solo es modestamente exitoso no puede liderar el partido republicano. Estoy oficialmente concurriendo por la presidencia de Estados Unidos y vamos a hacer este país grande de nuevo», resumió hoy.
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